El fotógrafo debe educar su manera de mirar el entorno e incorporar a sus reflejos la mirada selectiva e instintiva, hacer y pensar sobre lo que se hace son actividades inseparables¨
El ser humano cuando percibe una imagen suele hacerlo de una determinada forma y en un determinado orden; además, existen ciertos aspectos en una imagen que ayudan a captar en general la atención del cerebro y que suelen evocar ciertas sensaciones o sentimientos.
Componer, en fotografía, es disponer los elementos en un determinado espacio. La composición da fuerza expresiva a la fotografía, provoca sensaciones y sentimientos.
Para trabajar estos elementos, para moldear y transmitir mensajes en este lenguaje visual, el fotógrafo tiene a su disposición múltiples herramientas:
• Colocación de los objetos dentro del encuadre.
• Encuadre y contenido
• Enfoque total o selectivo.
• Punto de vista, Perspectiva
• Iluminación de la escena.
Todos estos elementos sabiamente combinados producen
Robert Capa, que no se llamaba así en realidad, dijo en su día: “Si no estas satisfecho con tus fotos es que no te has acercado lo suficiente”.
Es una forma de decir lo que queremos conseguir con esta Segunda Regla de Composición: Hay que rellenar el encuadre.
Esta regla puede parecer bastante obvia, pero lo cierto es que muchas veces fallamos al aplicarla. Si queremos contar algo en una foto, ocupemos la mayor parte con ese "algo", asegurándonos que se convierte de este modo en el centro de atención. Además, de este modo eliminamos posibles elementos que resten atención.
Es un fallo demasiado común el querer sacar demasiadas cosas en una única foto. Al final, lo que conseguimos es que no quede demasiado claro qué es lo que queríamos enseñar. Ante la duda de si algo debe salir o no en la foto, quítalo.
Cuando el fondo carece de interés y puede distraer la atención, hay que ajustar el ángulo de la toma para eliminarlo del fotograma, de ahí la importancia de la angulación de la cámara, que vimos en su día, recordareis aquello de: picado, contrapicado, a nivel y cenital.
Acércate lo que necesites, con la cámara o con el zoom. Cuando mires a través del visor, pregúntate si todos los elementos que estás viendo deben salir en la foto. En caso de duda con alguno, sácalo del encuadre.
En ningún sitio está escrito que todas las fotografías deben ser apaisadas y de formato rectangular. Aunque la mayoría de fotos responden a ese formato, se puede mejorar una composición, realizando un cambio drástico del mismo. Si no tiene otro medio de mejorar un determinado encuadre, se recorta las zonas vacías de elementos importantes con un programa de diseño y se consigue una fotografía más dinámica.
Muchas fotografías no se interpretan como el autor esperaba o, simplemente, no se entienden, porque el exceso d elementos confunde.
El observador se limita a mirar y leer, de forma global, todo aquello que aparece en la fotografía. Si el fotógrafo, con los recursos a su alcance, no ha sabido dar el carácter adecuado a la imagen, ésta no producirá el efecto deseado. Sin una adecuada planificación o reflexión sobre el tema, es difícil poder determinar cuál es el mejor encuadre posible. Si se define qué se quiere contar, la selección del encuadre es mucho más rápida y sencilla.
El encuadre por tanto controla lo que se cuenta, pero ¿cómo se cuenta?, y eso es lo que se hace con el contenido de lo que hemos encuadrado.
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