Hay que prestar especial atención a los ojos de la persona que se está
fotografiando: es necesario asegurarse de que haya algún tipo de reflejo
en ellos (basta con algún pequeño brillo o destello) para conseguir que
la imagen cobre vida.
Es aquella ley en que toda persona, animal o cosa, dentro del recuadro
fotográfico debe de tener más espacio libre hacia su parte frontal que
lo que ocupa su parte trasera, independientemente de la amplitud de lo
abarcado en el encuadre de la toma. Incluso podemos recortar el borde
del recuadro fotográfico, la parte del elemento gráfico en cuestión por
su parte posterior, si este se encuentra en un plano cercano a la cámara
o es de dimensiones muy grandes.
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