1988 España drama histórico. 100 minutos. directora: Josefina Molina.
Guión. Joaquín Oristrell, Josefina Molina, José Sámano. música: Jose
Nieto. Fotografía: Juan Amorós. Reparto: Fernando Fernán Gómez, José
Luis López Vázquez, Ángela Molina, Ángel de Andrés, Concha Velasco,
Adolfo Marsillach, Amparo Rivelles, Alberto Closas, Fernando Valverde.
Sinopsis: Madrid, Domingo de Ramos de 1766. Cuando el Marqués de Esquilache
(Fernán-Gómez) llega a su residencia, la Casa de las Siete Chimeneas,
todavía se oyen por las calles los gritos de ¡Muera Esquilache!. Tras
comprobar horrorizado los efectos del saqueo a que ha sido sometida su
casa, el ministro italiano de Carlos III (1759-1788), acompañado de
Fernanda (Ángela Molina) se dirige al Palacio Real al tiempo que evoca
sus entrevistas con el rey (Adolfo Marsillach), los enfrentamientos con
los nobles españoles, la corrupción de su esposa (Concha Velasco) y,
sobre todo, su relación sentimental con Fernanda.
Esquilache” es una reconstrucción histórica que toma como base la obra
dramática de Antonio Buero Vallejo “Un soñador para un pueblo” centrado
en los sucesos del famoso “Motín de Esquilache” durante el reinado de
Carlos III, allá por el año 1766. Una producción ambiciosa en lo
artístico, tomada como pretexto para una reflexión cuya vigencia
temporal podría trasladarse a la coyuntura política actual en España,
desde el punto de vista en el que un político honesto, debe tomar
medidas impopulares, aunque en la comparación con la actualidad, haya
que salvar las distancias y motivos diferentes, en el fondo, en mi
opinión, se trata del eterno dilema: el político serio y responsable,
frente al dirigente populachero y sin rigor que dice lo que el pueblo
quiere oír. Aunque en este caso, no existe ese político cobarde, sí que
existe un Rey, Carlos III, que pasó a la historia como el gran
reformador que construyó un nuevo Madrid, mientras que su ministro de
Hacienda, Esquilache sufrió la ira del pueblo por esas reformas.
La narración, construida en forma de un extenso “flash-back” en cuyo
interior el derrotado y ya anciano Leopoldo de Gregorio “Marqués de
Esquilache” rememora los acontecimientos, la antipatía que generó en la
corte y entre los nobles, por rechazar el nepotismo y no prestarse a la
corrupción generalizada que era norma habitual. Otra de las causas de su
desprestigio fue la prohibición de las capas largas y el sombrero
gacho, sus disputas conyugales y su relación con una criada. El
resultado final de esta compleja operación es un nítido exponente de las
dificultades y servidumbres de este tipo de obras. Se juega audazmente
con el historicismo literario, impregnado desde lo más profundo del
texto del dramaturgo con unos diálogos soberbios conjugados con el
lenguaje cinematográfico.
En consecuencia, el relato se acerca más en lo personal que en los
acontecimientos sociales, sin duda más complejos, y en el que la
directora, Josefina Molina, tampoco pretende profundizar ni moralizar.
La formula desemboca, como no podía ser de otra manera, en una puesta en
escena que pivota sobre el trabajo interpretativo de los actores donde,
eso sí, la película juega sus mejores bazas. La profundización interior
de un magistral Fernando Fernán Gómez (Esquilache), la autenticidad de
Angela Molina (Fernanda, la criada), la sobria contención de Adolfo
Marsillach (Carlos III) y la convicción de Amparo Rivelles (Isabel de
Farnesio, madre del rey), le dan a la narración un lustre de gran
calado.
Dentro de las coordenadas elegidas, es preciso reconocer que la película
alcanza con eficacia el “look” buscado, en cuya elaboración juegan un
papel importante tanto la planificación austera y sobria, muy contenida,
así como un excelente trabajo fotográfico de Juan Amorós. Ambos
factores contribuyes a que “Esquilache”, en mi opinión, una película muy
interesante y digna para estar producida en España con un discreto
presupuesto.
https://www.youtube.com/watch?v=uNjpLAWv1lM
trailer
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