sinopsis: n 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), accidentes inexplicables perturban la tranquila vida de un pueblo protestante del norte de Alemania.
Veinte años después de sorprender con su fantástica y, aún hoy, insuperable primera película comercial (más allá de varios telefilms imposibles de localizar), "El séptimo continente" (Der siebente Kontinent, 1989), Michael Haneke puede sentirse orgulloso de haber alcanzado la categoría de maestro, un puesto privilegiado en la lista de cineastas no sólo a seguir (eso ya lo había logrado con Funny Games, La pianista o Caché, entre otras), sino también a apuntar a la lista de los mejores realizadores en activo.
"La cinta blanca" convence más por su lado técnico que por lo que cuenta, algo totalmente comprensible cuando la potencia de su nueva obra se basa no en el qué sino en el cómo. Una simple historia, casi una fábula, le sirve a Haneke para analizar a una sociedad corrupta, sin intención de cambiar, hipócrita y la vez cruel. Una serie de sucesos acaecidos en una ciudad antes de la primera guerra mundial son el detonante de una historia llena de mala baba, crítica social -como siempre en Haneke- pero sobre todo, realidad. Gracias a esta característica la obra pasa de ser buena a convertirse en excepcional. No hay nada que sobre en la historia, nada que falte. Como en "Caché", Haneke se sustenta en la ambigüedad, no da respuestas. No se necesitan.
Pero donde destaca es en su estética, su ambientación, una maravillosa fotografía en blanco y negro obra de Christian Berger, habitual del director en este campo y que aquí brilla con luz propia, pudiendo casi considerársele (por importancia y presencia) casi co-director del film. La ambientación remite a la obra de Bergman, la dirección, perfecta, lo hace al cine de Kubrick y de Tarkovski. Se trasmite a través de silencios, de miradas, y claro esta, de palabras. El perfecto equilibrio entre unas cosas y otras hace que "La cinta blanca" sea una cita ineludible, una de las mejores películas del año y que, junto a "El séptimo continente" y "La pianista" conforma la trilogía obligatoria, esencial, de un director único y personal.
Haneke intenta crear una obra maestra, más que sobre los origenes del nazismo, sobre el carácter alemán, estamos a unos meses antes de que estalle la primera guerra mundial en una aldea alemana. Dónde unos campesinos viven con lo justo, mientras arán las tierras del barón, vemos otros personajes muy bien trazados, como el cura, un ser asqueroso, que somete a sus hijos a su moralidad de inquisidor. Y un doctor, maltratador y violador, a todo esto suceden cosas en la villa que nadie se explica: como un accidente que sufre el doctor, la quema de un granero, o que le peguen palizas al hijo del conde.
esta compuesta por pequeñas historias personales, que juntas le dan carácter y personalidad a un pueblo, se puede considerar una obra maestra, porque es cómo la colmena pero con un fin, o es sobre todo como los santos inocentes, un retrato de una época, de la riqueza y la pobreza, y las ideas de la época. Aunque tiene unos grandes planos, algunos de ellos homenajes a hitchcock, a ratos para mí gusto, peca de pretenciosa.
aún así hay que admitir que a ratos es súblime, tiene escenas muy buenas, como el suicidio del granjero, el simbolismo del pajaro muerto sobre la mesa del cura, y un sin fin de planos, algunos como cuando el profesor va en carruaje con su novia, pues homenajes al cine mudo.
el espectador logra olvidarse de el fin del film, que es averiguar quién es el autor de las fechorías. Pero se olvida de ello, porque el director se encarga que te distraigas con cientos de pequeñas historias, y en esta película es muy sútil, y es más importante lo que se deja caer que lo que sucede en realidad. Así tenemos la historia del sacerdote y sus hijos que lo odian en secreto, tenemos la ridicula historia de amor entre el profesor y la institrutriz, la miseria de los campesinos, unos niños perdidos, el sadismo y odioso comportamiento del doctor , los cuernos del barón etc.
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