paralelamente a este movimiento artístico mundial a y a la democratización de la fotografía al alcance de los aficionados, la tarjeta postal, que empezó en el siglo XIX con estampas litográficas, merced a procedimientos fotomecánicos, se apodera de la fotografía, reproduciendo paisajes y monumentos e inundando el mercado con esas producciones con pretensiones artísticas que todos conocemos, con parejas de enamorados, cestos de flores y niños engalanados con lazos. Bajo el título de picardías fotográficas, la revista Madrid científico, nos da una idea de los trucos apreciados por el público:
" todos hemos visto los retratos, ya pasados de moda en que un caballero aparece metido dentro de una botella, o llevando su propia cabeza en carretilla op luchando consigo mismo, sea al quieto y sopsegado tute o a la movida esgrima"
tales trucos, ya un tanto desprestigiados, según el articulista, tuvieron una vida duradera.
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