lo que esta máquina ofrece es una mejora general sin grandes novedades. El sensor aumenta en un millón de puntos su resolución para llegar a los 6 megapíxeles; la sensibilidad también sube hasta 1600 ISO, aunque no puede controlarse manualmente y la calidad que brinda no es para tirar cohetes; la pantalla disfruta de mayores dimensiones y visibilidad gracias a la tecnología "High Angle"; el autofoco es más rápido, y se ha añadido algún que otro nuevo modo de exposición escénica.
La parte trasera del cuerpo acoge la pantalla de 2,5 pulgadas (a diferencia de las 2 pulgadas de la LZ2) y sólo 85.000 puntos de resolución.
Su refresco es cuestionable en cuanto la luz escasea un poco, aunque la calidad de imagen es buena durante la toma y la reproducción. Los colores son bastante reales y el nivel de detalle es más que decente para esos escasos 85.000 puntos que ofrece.
l sensor que equipa la LZ5 asciende en un megapíxel y se encarama hasta la respetable cifra de los 6 millones (bien por Panasonic por no dejarse emborrachar por la resolución). Ello se traduce en capturas de 2816 x 2112 puntos. Con un renovado procesamiento de la imagen respecto al modelo anterior -aseguran desde Panasonic- la LZ5 aumenta la sensibilidad y llega ahora hasta 1600 ISO, aunque con truco (o trampa, depende de cómo se mire).En efecto, la máxima sensibilidad sólo está disponible en un modo de exposición predefinido, con cuya activación el fotógrafo pierde el control sobre ella. En teoría, la cámara elige automáticamente la sensibilidad entre los valores de 800 a 1600 ISO, aunque en nuestras pruebas la LZ5 sólo seleccionó eso: 1600 u 800 ISO, sin ningún valor intermedio.
En cualquier caso, ambas sensibilidades repercuten enormemente sobre la nitidez final de la imagen y dejan prácticamente inutilizable cualquier toma realizada con ellas
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