1984. 93 minutos. director: walter hill. música. ry cooder. reparto: michael paré, diane lane, william dafoe, amy madigan. drama musical. En medio de un panorama de desenfreno y rock & Roll, la banda de los Moteros terroristas, capitaneada por el vicioso Raven Shaddock (Willem Dafoe), secuestra a la diva de la canción Ellen Aim (Diane Lane). Su única esperanza es ser rescatada por unos héroes atípicos: el cazafortunas Tom Cody (Michael Paré) y su ayudante McCoy (Amy Madigan). Ambos, ayudados por el mánager de Ellen (Rick Moranis), se adentran en un mundo de coches calientes y asesinos mortales.
Michael Paré es un tipo duro que acepta el trabajo que le propone Moranis, cuando en plena actuación musical, una banda rival comandada por Dafoe, le secuestra a su novia, Diane Lane. Ayudados por una conocida, Amy Madigan, irán tras los moteros a su barrio y en un espectacular asalto rescatarán a la joven rockera. Dafoe y los suyos saldrán en su búsqueda y acabará enfrentándose con Paré en un sorprendente duelo final.
Hill dirige un musical de acción que combina la estética de los 50 con la música rockera de los 80. La mezcla no me convence demasiado, la encuentro un poco hortera y anticuada. El tema central, cantado por Bonnie Tyler "Nowhere fast" es el mejor de la banda sonora junto con el de Dan Hartman "I can dream about you".
Una película a la que una vez más, le salvan sus vistosas escenas de acción y su frenético montaje. Del reparto me quedo con Willem Dafoe y su inquietante aspecto, así como con la belleza de Diane Lane que está preciosa. Madigan da bastante asquete con esa pose de dura lesbianorra y Moranis está ridículo con su peculiar careto de tontito y su peinado de niño bien. En cuanto a Paré, su interpretación de tipo duro está muy forzada y resulta un tanto risible.
El argumento es muy pobre y tópico: chico antiguo novio de chica, la salva del malo y acaba enamorándose de nuevo de él, dejando a su actual novio en la estacada.
Película efectista que recrea los años 50 con músicas de los 80
Quiere ser un musical sin llegar a serlo.
Lo mejor de la película, la música es muy buena
Calles de fuego, fábula del rock and roll (así se vendía) dirigida en 1984 por Walter Hill es una de mis petardadas favoritas. Porque la película es mala con ganas, y sin embargo, no sé si porque esta película remueve algo de nostalgia de infancia ochentera, siempre me agrada volver a visitarla, aunque no resista el mínimo análisis crítico y provoque sonrojos continuos con sus tópicos y sus personajes de cartón.
Walter Hill, guionista y director, realizó esta película para dar rienda suelta a sus mayores pasiones, realizando un cóctel de sus gustos personales, los mismos que le habían movido a dedicarse al cine mediante la escritura de guiones, en primer lugar, y luego con la dirección. Y el resultado fue esta cosa rara que es una mezcla de elementos puntuales de su cine: La huida, de Peckinpah, de la que fue guionista, de donde extrae la dupla violenta chico-chica, El hombre de Mackintosh, de John Huston, de la que también Hill se ocupó del guión, de donde toma al héroe que se enfrenta a todos en solitario, Forajidos de leyenda, dirigida por él, acercamiento sublime y magnífico a la figura del bandido Jesse James, de la que toma la atmósfera del western pese a que Calles de fuego se desarrolla en una gran urbe deprimida de mediados de los cincuenta, y también de la serie Alien, de la que fue guionista (partes 2 y 3) y director (parte 4), de la que utiliza los elementos futuristas. Todo ello aderezado con la violencia que utiliza en sus cintas de acción como Límite 48 horas, 48 horas más o Danko: calor rojo.
¿Y qué resulta de toda esa mezcla? Pues este extraño engendro que, a la manera de los cómics clásicos de superhéroes, que también sirven de inspiración aquí a Hill, mezcla la estética de los años cincuenta con el neón de los ochenta y una especie de futurismo apocalíptico de siglo XXI. La trama es profundamente clásica y arquetípica. En una oscura ciudad en plenos años cincuenta (no se ve la luz del día en ningún momento, al estilo bladde runner ), una joven es camarera en una típica cafetería de las que podemos ver en el cine negro de los 40 o en los cuadros de Hopper. Está sola, no tiene a nadie excepto a sus amigas, y su único consuelo son las canciones de su artista favorita, Ellen Aim (jovencísima Diane Lane), que lo que canta es pleno pop de los ochenta, con una estética y unos medios más cercanos a Madonna que a Elvis. El caso es que la banda de Moteros Terroristas, comandada por un espectral Willem Dafoe (en uno de sus primeros papeles vistosos), de tez muy pálida, cabellos con forma de demoníaca cornamenta y pantalones de pescador (¿?), secuestra a la chica y deja a sus fans sin su música. ¿Qué hacer? Pues la camarera llama a su hermanito, Tom Cody, interpretado por el monigote Michael Paré, conocido héroe de subproductos de acción de serie Z (y porque no hay más letras), pistolero, aventurero, luchador, maniquí, y muchas otras cosas más, y por si fuera poco, antiguo novio de la cantante, que viene raudo y veloz como el rayo al rescate, aunque el mozo es blandito por dentro y reviven en él los viejos rescoldos del pasado. A él se alía una joven inadaptada y violenta, McCoy (Amy Madigan), que gusta de soltar tiros a diestro y siniestro a todas horas y que es una especie de cowboy clásico en femenino. Acompañados por el manager de Ellen (el presunto cómico Rick Moranis), tipo despreciable, actual novio de Ellen que se preocupa más por las ventas de discos que por ella, se lanzan a la búsqueda de la chica por una ciudad a oscuras, de ambiente ochentero pero de estética cincuentera: coches, motos, mobiliario urbano, todo es de tres décadas atrás. Como no podía ser de otra manera, el grupo triunfará tras la pelea de machotes entre el bueno y el malo, pero Cody y Ellen se tendrán que separar, porque él la convence de que su vida es la música… Vamos, para echar la pota.
Walter Hill, apasionado de la música rock (del blando), la ciencia ficción, el cine del oeste y la violencia, realiza este western urbano de buenos y malos repleto de anacronismos (los medios técnicos que aparecen en los interminables números musicales de Ellen, los monitores, cámaras, montajes televisivos etc., por ejemplo), donde se mezcla todo, uniformes de policía de los cincuenta con armas de los ochenta, vestimentas a lo Alien Resurrección con música tipo Cyndi Lauper, con un pobre guión lleno de lugares comunes y slóganes de heroicidad barata, de romanticismo postizo y de escaparate, y de la que ni siquiera se salvan las canciones (otra cosa es la partitura de la película, aceptable pieza compuesta por Ry Cooder), supuestamente el punto más importante de la película. En fin, demencial. Como muestra, un botón: I can dream about you, de Dan Hartman (el grupo interpreta a unos músicos que ayudan a Cody y a McCoy y que como premio reciben el honor de ser los teloneros de Ellen), que, pese a todo, es la mejor canción de las que aparecen (eso da idea de las demás).
película plagada de tópicos baratos, debería ser un musical sin más.
demasiado tópico fácil. Tipo duro regresa de la guerra para darle un último revolcón a su ex novia. Ex novia ambiciosa que sale con un novio nuevo, sólo porque le puede garantizar el exito musical para relanzar su carrera que va a la deriva. Por el camino el papel más absurdo que vi en mi vida, la de la mujer de ed harris, horrorosa en la película, haciendo de ex soldado en busca de acción por la ciudad. El héroe con la complicidad de la policia se mete de leches con el malo ( william dafoe, el único que se salva de la quema) los últimos 10 minutos son los más ridiculos que ví en mi vida, de videoclip ochentero casposo, tio duro- tía esperándole en cama, mientras el otro hace la guerra por su cuenta y se fuma un marlboro. No merece el status de película de culto, porque está película es un auténtico bodrio y de las peores películas que ví en mi vida, culebrón venezolano en versión rockera.
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