Antes de decidirnos a realizar la foto es imprescindible que comprendamos que, además del motivo principal, hay un área más o menos extensa alrededor de él de la que podremos sacar provecho o, por lo menos, a la que tendremos que vigilar para evitar que altere el resultado. El fondo puede ayudarnos, por ejemplo, a que la fotografía resulte más impactante o a que por sí sola nos cuente una historia. ¿A que será mucho más ilustrativa de nuestras intenciones una foto en la que retratamos a un óptico si detrás de él aparecen estantes con decenas de gafas artísticamente dispuestas que si simplemente hay una pared?.
En otras ocasiones, sin embargo, el fondo puede jugarnos malas pasadas sin que nosotros mismos nos demos cuenta. Podemos fotografiar a una bella muchacha junto a un rosal sin apercibirnos de que una de las rosas aparenta salirle de un oído, o bien en lo que pretendemos que sea una fotografía de época dejar que se nos "cuele" en el fondo un joven con peinado punky.
Y, por último, puede que nos resulte necesario disponer del fondo como un elemento neutro, que no aporte nada para no restar importancia al motivo principal pero tampoco nos lo estropee. En tal caso, habremos de elegir adecuadamente el fondo o, si no podemos prescindir de él, hacerle perder interés intencionadamente a base de aislar el tema con un objetivo que nos lo enfoque de forma selectiva. El uso adecuado de la profundidad de campo y de los distintos objetivos nos proporcionará múltiples posibilidades en este terreno.
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