Sirani se inició en la pintura hacia 1650, con el apoyo de su futuro
biógrafo, el conde malvasia , influyente crítico. Una de sus primeras
obras fue el San Jerónimo en el desierto de la pinacoteca de bolonia Ya en 1657, con 19 años, se hizo pintora profesional, y más adelante
llegó a gestionar el taller familiar. Cuando su padre quedó inválido por
la gota
ella tuvo que mantener a su familia con su arte, y se cree que la
necesidad económica le forzó a trabajar con singular rapidez.
Prolífica, modesta en el trato y de reconocida belleza, Sirani alcanzó
un temprano renombre en europa . Su especialidad fueron las pinturas
religiosas, de la virgen con el niño y la sagrada familia ,
que producía velozmente pero con un buen acabado. Su taller fue
visitado por coleccionistas y curiosos llegados desde lejos, y entre sus
clientes se cuenta al Gran Duque cosme 3 de medici
La muerte de Elisabetta Sirani estuvo envuelta en la controversia,
ante las sospechas de que fue envenenada por una criada, aunque ésta fue
absuelta de las acusaciones y una autopsia reveló que la pintora había
sufrido varias úlceras estómago. Su funeral, que incluyó música e
intervenciones poéticas,
lo presidió su efigie esculpida a tamaño natural, dispuesta sobre un
gran catafalco.
Actualmente, los restos de Elisabetta y su maestro guido reni reposan juntos, en la Basílica de Santo Domenico de bolonia.
Aunque su prematura muerte, en agosto de 1665, limitó su carrera a
apenas una década, Sirani dejó una producción sorprendentemente amplia:
200 pinturas, así como dibujos y diversos grabados.
La amplitud de la producción pictórica de Sirani ha hecho pensar en
una participación masiva de ayudantes, ya que sus hermanas Barbara y
Anna Maria eran también pintoras y tuvo por discípulas a más de doce
mujeres, que llegaron a ejercer profesionalmente. La artista hizo
demostraciones públicas en respuesta a quienes cuestionaban la autoría
de sus cuadros.
En sus dibujos a lápiz y tinta, Sirani introducía fuertes contrastes de luces. Ejemplo de ello es su caín matando a abel del castillo de windsor.
En sus pinturas, sin embargo, Sirani fue menos personal y suavizó el
claroscuro con sombras tostadas, más en consonancia con la escuela
boloñesa. Por lo general, sus composiciones son de formato medio y
simples en cuanto a diseño, y mantienen un tono agradable y decorativo
de indudable atractivo comercial.
La presencia de Sirani en colecciones españolas parece reducirse a una pintura en el palacio de liria de madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario