2015 España 108 minutos. Comedia. Director: Cesc Gay. Guión: Cesc Gay,
Tomás Aragay música: Nico Cota, Toti Soler. música: Andreu Rebés.
productora: Coproducción España-Argentina; Imposible Films / BD Cine.
Reparto: ricardo darín, Javier cámara, dolores fonzi, alex brendemühl,
javier guitierrez, eduard fernández, elvira minguez, silvia abascal,
francesc orellana, oriol pla, susi sánchez, agata roca.
Sinopsis: Julián y Tomás, dos amigos de la infancia que han llegado a la madurez,
se reúnen después de muchos años y pasan juntos unos días inolvidables,
sobre todo porque éste será su último encuentro, su despedida.
Produce rabia y desánimo asistir a la malversación cansina del talento.
Destellos de buen cine – cine de altura, ambicioso, irreductible y
corajudo – echados por tierra y desperdiciados entre tanto oropel,
falsedad, impostura y pretenciosidad. Ponerse grandes retos es muy
loable y tratar de tomar caminos novedosos o poco transitados produce
respeto y simpatía en una cinematografía tan parca, cateta, cautelosa y
adocenada como la española, donde cualquier atisbo de originalidad suele
ser censurado con el escarnio público y la indiferencia en taquilla.
Pero una cosa es ser valiente y proponer algo fresco y otra cosa
distinta es partir de una premisa tan falsa, tan fallida, tan
inverosímil, tan impostada que acabe invalidando toda la propuesta.
Porque aquí partimos de un pecado original que lo hace naufragar todo:
la relación de amistad entre sus dos protagonistas carece de entidad, de
pasado, de sentido, de sustancia y de propósito… e invalida lo que
viene a continuación porque lo convierte en algo sin interés, sin
dirección, sin enjundia. Y por eso estamos ante un artilugio defectuoso
aunque tenga destellos de buen cine (hay al menos cuatro o cinco escenas
brillantes, eficaces, intensas y emocionantes, pero que se quedan en
estampitas asiladas que se han perdido entre un fárrago de ardides y
argucias). Pero en conjunto estamos ante un armatoste vacuo que se
indigesta porque usa balas de fogueo que suenan a fingimiento y cuya
pólvora está mojada.
Cuando todo el andamiaje depende del punto de partida, si éste hace
aguas, el conjunto de desmorona sin remisión. Y la falta de
explicaciones por parte de los guionistas contribuye a la ofuscación del
espectador que asiste perplejo a un conjunto de estampitas llenas de
buenas intenciones, buenos actores, lustroso acabado técnico, hacendosa
labor de orfebrería y cuidada ambientación puntillosa, pero del todo
inverosímil, opaco, forzado y enigmático. Y hay una escena de sexo tan
risible como patética que agrava la sandez en su conjunto, porque toma
por iluso y crédulo al sufrido espectador. Tanto elogio casi unánime
para tan insulsa piececita fallida produce irritación y perplejidad.
¿Qué han creído ver que yo no he sabido desentrañar? Arcano irresoluble…
Nadie duda del talento y magnetismo de Ricardo Darín. Pero Javier Cámara
es un actor de recursos limitados, más una presencia que un intérprete,
que basa su gancho en despertar la simpatía del espectador más que por
sus dotes histriónicas (que se limitan a la mueca bobina o a la medio
sonrisa bobalicona). Y aquí es incapaz de proporcionar el necesario
contrapunto dramático de la historia. En definitiva, una decepción sin
paliativos.
https://www.youtube.com/watch?v=n9d_AOAQac8
trailer
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