disderí era un hombre inculto pero listo, que organizó su empresa con gran sentido comercial Tenía dos talleres en París y pronto abrió otros en londres en 1865 y 1868, sucesivamente y también en Madrid. Solía vestir con un atuendo llamativo, conforme a la idea del artista que se había formado la burguesia.
Disderí introdujo los accesorios inelidibles en un taller de retrato: cortina, columna y velador y llegó a crear los arquetipos del artista, el escritor, el militar, el cantante, etc. Con una actitud impuesta por él al modelo y subrayada por unos cuantos accesorios sacados del numeroso atrezzo con que contaba el taller. El modelo aprecia de pie o de medio cuerpo y el empaque general contaba más que la expresión de la cara lo que nada tiene que ver con la sobriedad y la penetración spicologica de un nadar o un carjat.
La carrera fulgurante de disderí, duro pocos años. Cayó arruinado al mismo tiempo que el segundo imperio que le había ensalzado y murió pobre en niza dónde trabajaba como fotografo ambulante por las playas.
La cartomanía se había impuesto y llegó a ser practicamente el único formato utilizado para el retato durante varios decenios. Además de los retratos de particulares, se montó una verdadera industria de tarjetas de famosos que se vendían a precios populares, beaumont newhall cita el ejemplo de los 70.000 ejemplares del retrato del princepe alberto que se vendieron durante la semana que siguió a su muerte.
en usa se llegaron a vender 1000 fotos diarias del mayor robert anderson, héroe de fort sumter.
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