En el siglo XIX la Fotografía no se consideraba arte. Ni siquiera los fotógrafos de la época consideraban que lo fuera. Esta pregunta empezó a plantearse alrededor de 1870 y ha seguido viva durante casi todo el siglo XX.
A pesar de todo, la fotografía siempre ha sido un instrumento al servicio del arte. Desde sus orígenes su función ha sido facilitar el trabajo al pintor, escultor o grabador. Se tomaba una imagen del modelo o del paisaje y no se necesitaban horas de posado o traslados.
Pintores como Delacroix o Gustave Courbet obtuvieron modelos por ese procedimiento. Incluso algunos artistas llegaron a reproducir sus obras a través de fotografías para venderlas a precios módicos. Era frecuente que se usaran como regalos de Navidad.
Blanouart-Eurapd fundó en 1851 una imprenta llamada "Imprimerie Photographique". En ella publicaría álbums para artistas y aficionados
Esta imprenta fue la primera en reproducir obras de arte y figuras o modelos para artistas: monumentos, esculturas, relieves, lugares célebres, curiosidades arqueológicas, copias de cuadros, etc.
Este tipo de fotografía tuvo un gran éxito entre 1860 y 1870. Todas esas reproducciones se exponían con frecuencia.
En 1853 el British Museum instala un estudio de fotografía con material para documentar y clasificar todas sus obras de arte. Nace así la fotografía museística bajo la dirección de Robert Fenton.
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