director: deniis geisel, actores: jurgen vogel, frederick lau, jennifer lauch, max riemelt, cristiane pault. drama, alemania. 2008, 100 minutos.
En otoño de 1967 Ron Jones, un profesor de historia de un instituto de Palo Alto en California, no tuvo respuesta para la pregunta de uno de sus alumnos: ¿Cómo es posible que el pueblo alemán alegue ignorancia respecto a la masacre del pueblo judío? En ese momento Jones decidió hacer un experimento con sus alumnos: implantó un régimen de extrema disciplina militar en el aula, restringiéndoles las libertades. El nombre de este movimiento fue The Third Wave. Ante el asombro del profesor, los alumnos se entusiamaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse al grupo. Al quinto día Ron Jones se vio obligado a acabar con el experimento antes de que las cosas llegaran demasiado lejos.
n profesor secundario debe enseñar a sus alumnos el concepto de "autocracia" y decide que la mejor manera es vivenciar en grupo las características de una dictadura. Empiezan por la disciplina, obediencia, unidad, sentido de pertenencia. Bautizan al núcleo como "La Ola".
Con progresivo entusiasmo, la mayoría de los jóvenes se va involucrando y se identificará con sus pares por la vestimenta y distintos tipos de diseños gráficos y saludos, al estilo de las masas que adhieren a un líder. Están los incondicionales; los que dudan pero se integran porque ven lo positivo; los que se oponen y tratan de frenarlo.
Basándose en la real experiencia de un docente en un colegio secundario californiano, durante los años setenta, el director alemán Dennis Gansel ha trasladado lo medular de esos hechos a nuestros días, acercando al profesor alemán (interpretado por Jürgen Vogel) al californiano original, con detalles como la estridente música de Los Ramones, una banda americana punk de los setenta, que el primero escucha a todo volumen cuando se presenta atravesando a contramano las tranquilas calles de una ciudad alemana en la secuencia inicial.
“La Ola" es un film de factura artesanal, concisa y ágil. Se acerca con mirada cruda al universo adolescente y su cultura de Internet, bloggers, tatuajes, íconos y logos que identifican a las tribus urbanas. La película no tiene un protagonista excluyente sino un nivel coral con buenas actuaciones y otras no tanto, con niveles técnicos correctos y una música que se acomoda a lo que se dice, desde el comienzo hasta el cierre. El ritmo va in crescendo y hasta incurre en un marcado efectismo en sus veinte minutos finales. Alumnos y profesor se mimetizan con “La Ola” y lo que ella les aporta: unidad, fuerza, sentimiento de pertenencia, identificación. Hasta al profesor resulta caerle bien la idolatría que genera en sus alumnos, que compensa sus ocultos sentimientos de desvalorización frente a sus otros colegas.
Pero desde los aspectos manipuladoramente seductores, se va derivando hacia incontrolables formas violentas para imponerse sobre el que es diferente o critica al movimiento.
Polémica por naturaleza, la película es incómoda e inquietante, en tanto nada queda fuera de la crítica de una sociedad vaciada de idealismos. Un film perturbador por demostrar el inquietante caldo de cultivo junto al desglobalizado descontento, desempleo, desorden y descreimiento generalizado, que alertan sobre las peligrosas condiciones servidas para reiterar experiencias dictatoriales que se creían desterradas.
Hay una cosa que me ha gustado de esta película: es una cinta agitadora de conciencias, es cine hecho para debatir en el acto, cine para hacer críticas repletas de farragosas reflexiones políticas, históricas y sociales. Eso está bien, me gusta que el cine tenga la capacidad de que afilemos las uñas cuando un hombre agarrado a una cámara nos abofetea para que hablemos.
Hay muchas cosas que no me han gustado de esta película: cuando entra uno en una sala de cine sabiendo que la película está concebida para reflexionar y polemizar me pongo un casco de obra, porque a veces este tipo de películas interactúan con el espectador a garrotazos, con las líneas marcadas, sin dar lugar a una reflexión más libre. Esa peligrosa sensación se apoderó de mí mientras veía este filme, y no fue placentera.
Esta película no busca la reflexión desde dentro, no deja que surja, al contrario, está concebida a raíz de ella, cada elemento está cuidosamente calculado, generando un aparatoso mecano hecho de piezas endebles. De una estructura endeble, con cimientos endebles, no podrá surgir nada sólido.
Todo en esta cinta está prefabricado, al director no le gusta la pureza; el convencionalismo y el efectismo son la via empleada para subrayar argumentos. Los personajes se pueden resumir en escasas palabras, son tan convencionales como podrían serlo los de Lost (pero claro, estaría mal para mucha gente comparar al sufrido profesor de esta película con el férreo héroe Jack que encabeza el reparto de la isla, pero tienen mucho en común en cuanto a seres simples y previsibles).
Los planteamientos políticos, históricos, antropológicos, sociales, etc. de los que hablaba antes se tratan de manera simplona y superficial, parece ser que se sigue una guía de iniciación vulgar a la problemática de la humanidad.
Se asiste al empleo de una iconografía fácil y cómoda para que nos identifiquemos con las marionetas que pueblan el film. La presentación del profesor con la música a todo volumen, con sus camisetas de The Ramones y The Clash y con su pasado antisistema en el fondo es tan simple como cuando se nos presenta a Steven Seagal entrando en un bar y liándose a ostias con todo el mundo sin que su rostro cambie. Parece ser que esta película tiene un target juvenil impresionable, de esos que erigirán a esta película como una Biblia cinematográfica como pasó con la también simple y previsible American History X.
La reflexión final ante esta historia, que es la quiere subrayarnos el director a toda costa, es demasiado fácil. Parece ser que Dennis Gansel nos dice: mirad lo que acaba de pasar, os exijo reflexionar sobre ello, pero sin desviaros de mi tesis, que es la buena, eso sí, os permito diversificar el debate pero yendo por donde iban los alumnos de mi pobre profesor protagonista.
A mí no me gusta que como espectador me digan cómo y sobre qué debo reflexionar; en ocasiones el francotirador cultural que nos ofrece el producto puede caer en una contradicción consigo mismo.
Lástima que Dennis Gansel, guionista y director, no haya abordado con mayor profundidad y rigor el hecho de que si bien la AUTOCRACIA elimina todas las formas de libertad y exige sometimientos, la falsa democracia (PARTITOCRACIA), necesita mantener las formas de la libertad para justificar que reina la "democracia", pero la verdad es que se apodera de ellas y las profana.
Lamentablemente Dennis Gansel filma una propuesta de gran potencial dejándola en simplona. No entra a analizar lo esencial: que LA AUTOCRACIA O DICTADURA DÉSPOTA es muy parecida, gemela o prima hermana de la PARTITOCRACIA (régimen reinante actualmente en Europa y al que van a seguir sosteniendo los mediocrizados votantes europeos el próximo domingo). ¿Por qué?
Porque la autocracia déspota prohibe la discusión y exige sólo obediencia, mientras que la falsa democracia (la PARTITOCRACIA) manipula el debate para que tenga apariencia de opinión libre, cuando en realidad prescribe y controla con mano de hierro las ideas y criterios. Como desde antiguo se sabe y se dice, "los extremos se tocan" y en política es evidentísimo.
En fin, es una buena película, no llega a notable, pero sí resulta válida para generar reflexiones de gran importancia, sociológicamente hablando.
tim, es el personaje con el profesor más trabajado del film, el resto están muy mal dibuajados, y estos dos, solo con pinceladas, pena que la peli no profundice más.
En otoño de 1967 Ron Jones, un profesor de historia de un instituto de Palo Alto en California, no tuvo respuesta para la pregunta de uno de sus alumnos: ¿Cómo es posible que el pueblo alemán alegue ignorancia respecto a la masacre del pueblo judío? En ese momento Jones decidió hacer un experimento con sus alumnos: implantó un régimen de extrema disciplina militar en el aula, restringiéndoles las libertades. El nombre de este movimiento fue The Third Wave. Ante el asombro del profesor, los alumnos se entusiamaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse al grupo. Al quinto día Ron Jones se vio obligado a acabar con el experimento antes de que las cosas llegaran demasiado lejos.
n profesor secundario debe enseñar a sus alumnos el concepto de "autocracia" y decide que la mejor manera es vivenciar en grupo las características de una dictadura. Empiezan por la disciplina, obediencia, unidad, sentido de pertenencia. Bautizan al núcleo como "La Ola".
Con progresivo entusiasmo, la mayoría de los jóvenes se va involucrando y se identificará con sus pares por la vestimenta y distintos tipos de diseños gráficos y saludos, al estilo de las masas que adhieren a un líder. Están los incondicionales; los que dudan pero se integran porque ven lo positivo; los que se oponen y tratan de frenarlo.
Basándose en la real experiencia de un docente en un colegio secundario californiano, durante los años setenta, el director alemán Dennis Gansel ha trasladado lo medular de esos hechos a nuestros días, acercando al profesor alemán (interpretado por Jürgen Vogel) al californiano original, con detalles como la estridente música de Los Ramones, una banda americana punk de los setenta, que el primero escucha a todo volumen cuando se presenta atravesando a contramano las tranquilas calles de una ciudad alemana en la secuencia inicial.
“La Ola" es un film de factura artesanal, concisa y ágil. Se acerca con mirada cruda al universo adolescente y su cultura de Internet, bloggers, tatuajes, íconos y logos que identifican a las tribus urbanas. La película no tiene un protagonista excluyente sino un nivel coral con buenas actuaciones y otras no tanto, con niveles técnicos correctos y una música que se acomoda a lo que se dice, desde el comienzo hasta el cierre. El ritmo va in crescendo y hasta incurre en un marcado efectismo en sus veinte minutos finales. Alumnos y profesor se mimetizan con “La Ola” y lo que ella les aporta: unidad, fuerza, sentimiento de pertenencia, identificación. Hasta al profesor resulta caerle bien la idolatría que genera en sus alumnos, que compensa sus ocultos sentimientos de desvalorización frente a sus otros colegas.
Pero desde los aspectos manipuladoramente seductores, se va derivando hacia incontrolables formas violentas para imponerse sobre el que es diferente o critica al movimiento.
Polémica por naturaleza, la película es incómoda e inquietante, en tanto nada queda fuera de la crítica de una sociedad vaciada de idealismos. Un film perturbador por demostrar el inquietante caldo de cultivo junto al desglobalizado descontento, desempleo, desorden y descreimiento generalizado, que alertan sobre las peligrosas condiciones servidas para reiterar experiencias dictatoriales que se creían desterradas.
Hay una cosa que me ha gustado de esta película: es una cinta agitadora de conciencias, es cine hecho para debatir en el acto, cine para hacer críticas repletas de farragosas reflexiones políticas, históricas y sociales. Eso está bien, me gusta que el cine tenga la capacidad de que afilemos las uñas cuando un hombre agarrado a una cámara nos abofetea para que hablemos.
Hay muchas cosas que no me han gustado de esta película: cuando entra uno en una sala de cine sabiendo que la película está concebida para reflexionar y polemizar me pongo un casco de obra, porque a veces este tipo de películas interactúan con el espectador a garrotazos, con las líneas marcadas, sin dar lugar a una reflexión más libre. Esa peligrosa sensación se apoderó de mí mientras veía este filme, y no fue placentera.
Esta película no busca la reflexión desde dentro, no deja que surja, al contrario, está concebida a raíz de ella, cada elemento está cuidosamente calculado, generando un aparatoso mecano hecho de piezas endebles. De una estructura endeble, con cimientos endebles, no podrá surgir nada sólido.
Todo en esta cinta está prefabricado, al director no le gusta la pureza; el convencionalismo y el efectismo son la via empleada para subrayar argumentos. Los personajes se pueden resumir en escasas palabras, son tan convencionales como podrían serlo los de Lost (pero claro, estaría mal para mucha gente comparar al sufrido profesor de esta película con el férreo héroe Jack que encabeza el reparto de la isla, pero tienen mucho en común en cuanto a seres simples y previsibles).
Los planteamientos políticos, históricos, antropológicos, sociales, etc. de los que hablaba antes se tratan de manera simplona y superficial, parece ser que se sigue una guía de iniciación vulgar a la problemática de la humanidad.
Se asiste al empleo de una iconografía fácil y cómoda para que nos identifiquemos con las marionetas que pueblan el film. La presentación del profesor con la música a todo volumen, con sus camisetas de The Ramones y The Clash y con su pasado antisistema en el fondo es tan simple como cuando se nos presenta a Steven Seagal entrando en un bar y liándose a ostias con todo el mundo sin que su rostro cambie. Parece ser que esta película tiene un target juvenil impresionable, de esos que erigirán a esta película como una Biblia cinematográfica como pasó con la también simple y previsible American History X.
La reflexión final ante esta historia, que es la quiere subrayarnos el director a toda costa, es demasiado fácil. Parece ser que Dennis Gansel nos dice: mirad lo que acaba de pasar, os exijo reflexionar sobre ello, pero sin desviaros de mi tesis, que es la buena, eso sí, os permito diversificar el debate pero yendo por donde iban los alumnos de mi pobre profesor protagonista.
A mí no me gusta que como espectador me digan cómo y sobre qué debo reflexionar; en ocasiones el francotirador cultural que nos ofrece el producto puede caer en una contradicción consigo mismo.
Lástima que Dennis Gansel, guionista y director, no haya abordado con mayor profundidad y rigor el hecho de que si bien la AUTOCRACIA elimina todas las formas de libertad y exige sometimientos, la falsa democracia (PARTITOCRACIA), necesita mantener las formas de la libertad para justificar que reina la "democracia", pero la verdad es que se apodera de ellas y las profana.
Lamentablemente Dennis Gansel filma una propuesta de gran potencial dejándola en simplona. No entra a analizar lo esencial: que LA AUTOCRACIA O DICTADURA DÉSPOTA es muy parecida, gemela o prima hermana de la PARTITOCRACIA (régimen reinante actualmente en Europa y al que van a seguir sosteniendo los mediocrizados votantes europeos el próximo domingo). ¿Por qué?
Porque la autocracia déspota prohibe la discusión y exige sólo obediencia, mientras que la falsa democracia (la PARTITOCRACIA) manipula el debate para que tenga apariencia de opinión libre, cuando en realidad prescribe y controla con mano de hierro las ideas y criterios. Como desde antiguo se sabe y se dice, "los extremos se tocan" y en política es evidentísimo.
En fin, es una buena película, no llega a notable, pero sí resulta válida para generar reflexiones de gran importancia, sociológicamente hablando.
tim, es el personaje con el profesor más trabajado del film, el resto están muy mal dibuajados, y estos dos, solo con pinceladas, pena que la peli no profundice más.
y esa la pena de esta película, que se queda tan solo en un intento. Es una gran idea cómo guión, y te hace pensar y mucho, pero ... pero, debería profundizar mucho más en los personajes y lo que les motiva, porque el tema es interesantisimo, en serio. Y esta película, te la ponen en la carrera de psicología, para abrir el debate, sobre como un sólo hombre puede arrastrar a las masas. ¿puede? yo creo que sí
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