El dominio del AF requiere una forma de trabajar determinada.
Unas rutinas que, una vez asumidas, pondrán la herramienta a nuestro
servicio y reducirán las probabilidades de errar de manera considerable.
Desde los primeros modelos de AF, que hacían foco solamente en el
punto central del cuadro, hasta los actuales, más complicados, se ha hecho necesario el uso del bloqueo del enfoque.
Se trata de una técnica consistente en conseguir enfocar el sujeto que
queramos tener nítido y fotografiarlo evitando que el AF nos juegue una
mala pasada.
¿Cómo nos puede jugar una mala pasada el AF? Pues enfocando
continuamente sin que seamos capaces de fijarlo en el objeto que
queremos. Ahí entra el AF-LOCK.
Esta técnica es imporante, pues hoy en día, pese a que los AF están
muy perfeccionados, se sigue utilizando. Y no sólo con el enfoque, sino
también cuando medimos la luz, esta vez, empleando el bloqueo de la
exposición, AE-LOCK.
A la hora de disparar en modo AF, el objeto al que queramos disparar no siempre estará en uno de los puntos de enfoque de nuestra cámara.
Además, acabarás observando que no todos ellos enfocan con la misma
precisión. Generalmente, el más preciso es el punto central.
Imaginemos que llevamos nuestro AF programado para que enfoque con
el punto central, porque creemos que con una lente determinada es el
mejor, o el único como le ocurría a los primeros modelos de AF, y
queremos fotografiar un objeto dejándolo en un lado del cuadro. ¿Cómo
hacemos? Bloquearemos el enfoque con la función AF-LOCK (AF-L).
Esta funcionalidad de la cámara provoca que cuando lo accionamos, simplemente, el AF se bloquea.
No sigue haciendo foco y queda fijado en eso en lo que nosotros hemos
enfocado. Por tanto, sin dejar de pulsarlo, podemos reencuadrar, dejando
en la zona del cuadro deseada el objeto enfocado desde el punto
central, y disparar.
Recuerda:
1. Enfocamos con el punto de enfoque que por el motivo que sea más nos convenga.
2. Bloqueamos el enfoque con el AF-L.
3. Reencuadramos.
4. Disparamos.
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