texto de robert viguier en 1928, para la revista la revue francaise photograpie.
La necesidad cada vez mayor de tener ante los ojos documentos ilustrados contando todo lo que de curioso hay en nuestro planeta había creado desde hace tiempo una rama nueva e importante de la invención maravillosa de Niepce y de daguerre.
Pero hoy, está rama ha tomado tal evergadura que verdaderamente vale la pena, para todos los interesados por la fotografía, ser estudiada no sólo en conjunto sino también en sus menores detalles.
En primer lugar, para abordar el reportaje hay que comteplar dos cosas muy diferentes y para dominar todas sus posiblidades el reportero fotográfico habrá debido adquerir al mismo tiempo el lado psicológico, así como la parte puramente técnica de su oficio. EL uno como la otra parecen inseparables, pues no olcidemos que se trata de registrar un acontecimiento bajo su mejor aspecto, bajo el ángulo que lo hará ser mejor comprendido, por los lectores. Es preciso, pues, saber siempre lo más exactamente posible y hasta prever lo que va a pasar. cuantos clichés han salido fallidos por falta de previsión"!. Los mejores reporteros de nuesros grandes periódicos de nuestras agencias fotográficas, son sobre todo psicólogos finos, éstos tienen éxito incluso si poseen sólo un equipaje rudimentario de conocimientos puramente fotográficos.
Dos acontecimientos en aparciencia planos y que se renovarán a fecha fija, jamás pasarán del mino modo. La suerte puede algunas veces ayudar, sob re todo en el lado de la luz o la iluminación, pero en la mayorñía de los casos el buen reportero sabrá de antemano lo que a va a hacer y cúantos clichés interesantes va a tomar. Provisto de un aparato poco voluminoso estará colocado de antemano, allí dónde hace falta. Y este emplazamineto casi siempre es el punto casi siempre es el punto de partida de una buena serie de clichés. Este máximo de clichés, y su variedad, apreciado para un periódico, lo es infinitamente más para una agencia que debe alimentar varios diarios o semanraio de la provincia o del extranjero y dar a cada uno, en lo posible, algo diferente.
Una cualidad magistral que también le hará el mayor favor al reportero fotógrafico, es la calma, la sangre fría. Jamás perder la cabeza pero tampoco perder el tiempo debería ser la regla más importante , primero para no equivocarse nunca en la numeración de las placas, luego para sostener, en toda circunstancia, su aparato sin temblar. Cuando se trata, de una instantánea, en efecto, el aparato, casi siempre se coloca a la altura del ojo; ahora bien, los clichés deben tener el máximo de nitidez, pues muchos hab de ser ampliados y a menudo a grandes dimensiones. Sólo un reportero tranquilo puede botener clichés nítidos. Porqué si el aparato vibró a causa de un temblor ligero del que lo dispara, esta nítidez se resentirá mucho.
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