La verdad, el libro no puede tener peor inicio. Las primeras cien páginas parecen pertenecer a la idea caricaturizada que se puede tener de una novela “francesa”: los personajes no son planos… lamentablemente. Tienen tanta personalidad, su mundo interior es tan complejo, tan lleno de vivencias, pensamientos, sensaciones y secretos que provocan bostezo. Para colmo, esta primera parte, que sería de ciencia ficción, tiene unos clichés tan gruesos que hasta pareciera que ya hemos leído la novela o visto la película: el protagonista es tan guapo que debe dolerle la cara, tiene la familia perfecta y una amante preciosa (¿habrá algún personaje francés que no sea adúltero?), un laboratorio secreto en el sótano de la casa de sus padres (no, no es “El laboratorio de Dexter”) y una computadora último modelo, tan moderna que “humea” cuando está en funcionamiento (sic). La máquina del título es también un cliché: es un invento del doctor Marc Lacroix que sirve para transferir la consciencia, alma, personalidad, etc. de una persona a otra. Su creador, contra todo pronóstico, está decidido a probarla con un paciente que padece una enfermedad mental, y es además un supuesto criminal. Como siempre, algo sale mal, y el buen doctor acaba atrapado en el cuerpo del malvado, y viceversa. Para variar, nadie más sabe del experimento, y el criminal tenía ocultos y macabros propósitos que ahora, en el cuerpo de un respetadísimo científico, puede realizar…
Pues bien, aquí se acaba la (mala) ciencia ficción y comienza el thriller. El libro alza el vuelo. Una vez asumido que el bueno está en el cuerpo del malo y viceversa (como en la película Contracara), comienza una especie de cuenta hacia atrás llena de tensión y giros inesperados. Es de destacar el tratamiento dado a los personajes, quienes luego del "intercambio", se toman acaso demasiado tiempo para “apreciar” sus nuevas existencias, lo que tal vez ha forzado al autor a recurrir a los deus ex machina muchas veces, para que avance la acción. No se si se deba a un defecto en la traducción, pero la verdad es que las escenas que supuestamente deberían ocasionar mayor angustia o desasosiego, simplemente carecen de brillo. Y no escasean párrafos en los que el lector se pregunta ¿y cómo llegó aquí este personaje, si en el párrafo anterior estaba en otro sitio?
La historia se resuelve en un final que pretende ser cruel pero meramente llega a ser chocante y algo carente de sentido, una suerte de escena gore introducida a la fuerza, lo que en nada contribuye a la historia. Un final feliz habría sido más aconsejable. Empero, La máquina es una buena aproximación al tratamiento de los géneros de ciencia ficción y policial desde una perspectiva distinta a las ofrecidas, principalmente por la cinematografía.
Que jodidamente aburrido y malo es este libro, hay que estar muy fumado para leerselo de cabo a rabo. Un sinsentido que solo cobra sentido en la mente del escritor, una diarrea crónica de pensamientos oscuros, de estos que se nos pasan fugazmente por el cerebro como matar a alguién o pensamientos sexuales, que enseguida intentamos borrar de nuestra mente. Por eso este libro, esta echo de esa materia gris que hay en el cerebro, eros y thanatos escondidos en el subsconsciente surgen de la chistera de rené belleto.
Por eso este libro es tan jodidamente retorcido y aburrido, como a la vez atrayente. Os digo una cosa, todo está inventado: esto de escribir lo primero que se te pasa por la cabeza ya lo hacía virginia wolf, pero con la diferencia de que aquí, no hay lugar para pensamientos simples, sólo los pensamientos más recognitos del cerebro humano, en realidad si que sómos bastante retorcidos, todo hay que decirlo.
Por eso recomiendo su lectura, pero avisando de que no va a gustar, pero no dejará tampoco indiferente, eso seguro.
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