En 1977 participaron por primera vez algunas fotografías en el Salón de
la Plástica Mexicana, pero el jurado se declaró incompetente para
evaluar la imagen como arte, pues desconocía sus características y no
encontraba equivalencia con la estética de la pintura o la gráfica.
Fueron
los años en que los primeros fotógrafos de "arte" pelearon un espacio
para exhibir su obra y legitimar la imagen como disciplina artística, en
un contexto en que la foto no tenía cabida en instituciones y apenas
algunos coleccionistas se animaban a experimentar con ella en galerías
privadas.
De ello da cuenta el número 33 de la revista Luna
Córnea, a publicarse en diciembre próximo, en el que el editor Alfonso
Morales propone un árbol genealógico del desarrollo de la imagen en
México, a partir de finales de los años setenta y aterriza en el
presente, con el Centro de la Imagen como punto de coincidencia entre
artistas y tendencias.
"Entre finales de la década de los setenta
y mitad de los ochenta hay muchos grupos, artistas visuales, galerías y
proyectos individuales que empujan en el sentido del reconocimiento de
la fotografía como un lenguaje independiente, un reclamo para que se
conserve como patrimonio histórico. Por distintos frentes y distintas
perspectivas la comunidad de fotógrafos, no homogénea, genera
movimientos más fuertes con este fin", dice Morales en entrevista.
El
relato visual y crítico, bajo el título Viajes al centro de la imagen
1, inicia con una remembranza del edificio que hoy alberga al Centro de
la Imagen, desde que era fábrica de tabaco, pasando por su época de
cárcel, hasta cuando sirvió como oficina migratoria para enlistar a los
"braceros" de los años cincuenta.
Lo curioso, dice el editor, es
que existen tanto registros fotográficos como literarios de la
transformación de La Ciudadela, hasta el presente, que comparte el
espacio con la Biblioteca de México José Vasconcelos.
"Nos
interesa recordarle a la gente que lo que es hoy el Centro, criticable o
no, es resultado de una obra colectiva de una comunidad que ha empujado
desde hace décadas a la legitimación de la fotografía como arte",
apuntó el editor, quien dijo que esta edición tendrá una segunda parte
enfocada en artistas como Pedro Meyer y foto latinoamericana y su
coincidencia con México.
El ejemplar bilingüe, con ensayos de
Armando Bartra, Pablo Ortiz Monasterio, Gerardo Suter y Mauricio Alejo,
registra las primeras exposiciones fotográficas como el trabajo de Rubén
Pax y Javier Hinojosa, incipientes publicaciones como Fotozoom, la
Bienal de Fotografía, la Bienal de Fotoperiodismo, la Feria del Libro de
Artista y la creación de instituciones sobre la imagen.
Además
refiere a temas "icono" en la evolución de la disciplina, como el
registro de presos mexicanos, la documentación periodística del
movimiento zapatista en Chiapas, el retrato antropológico de indígenas y
la concepción de la violencia y la muerte actual.
Las imágenes,
que ilustran las más de 500 páginas, provienen del archivo del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), de la Fototeca Nacional,
del archivo del Consejo Mexicano de Fotografía y, principalmente, del
archivo del Centro de la Imagen, que desde 1994 recibe en comodato
colecciones privadas, como la de Jesús Sánchez Uribe, fundador de
Fotozoom.
Morales aclaró que el recorrido no es cronológico, sino
a manera de espiral en el que todos los sucesos registrados convergen
justo en el Centro de la Imagen.
"La idea es problematizar el
propio nombre del Centro, porque al hacer la revisión de la historia de
la foto concluimos que no hay un centro, más bien la fotografía ha sido
una constante reinvención colectiva y cambiante", concluyó.
fotografía de mauricio alejo.
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