La tía Tula,
sin duda la más popular de las novelas de Miguel de Unamuno
(1864-1936), es, según su autor, «la historia de una joven que,
rechazando novios, se queda soltera para cuidar a unos sobrinos, hijos
de una hermana que se le muere.
Vive
con el cuñado, a quien rechaza para marido, pues no quiere manchar con
el débito conyugal el recinto en que respiran aire de castidad sus
hijos.
Satisfecho el instinto de maternidad, ¿para qué perder su virginidad? Es virgen madre».
Pero
sobre este cañamazo argumental teje Unamuno una obra cargada de
sentidos plurales: Tula, la protagonista, que encarna la concepción
tradicional de la familia y de la mujer y que es, a al vez, víctima de
ella, ejemplifica la figura del agonista unamuniano dividido en mil
contradicciones.
Lo
dificil es hacerlo fácil, así es la escritura de este genio universal.
Más allá de la vedada crítica social hacía la España más rancia y
convencional, hay una historia humana universal entre dos seres humanos,
que se necesitan, que desean estar juntos, pero que no lo harán por el
que pensaran.
La
rígida tía Tula, guapa aún, catolica acerrima, el cuñado... necesitado
de sus necesidades más básicas, y de una madre para sus hijos... con la
llegada de una sobrinad e 15 años todo se complica.
Era una sociedad donde se asimilaban desde el nacimiento doblegarse,
hacerse la tonta, sacarificarse por siempre, negarse así misma, dejar
atrás el amor y tomar responsabilidades, decisiones y obligaciones de
por vida, nadie obligaba, simplemente se enseñaba.
Se dice que la
sociedad demanda estilos de vida y comportamientos, en esa época lo
pedía y necesitaba así, con un bastante de opresión innecesaria.
Por
tanto, tomó la opción de convertirse en una fría pariente que dominaba y
controlaba hasta el sentimiento del entorno infantil, juvenil y hasta
de los mayores, dictatorial.
O quizá transformada en pacífica mujer,
protectora hasta el infinito, dependiendo de su guía espiritual,
comportándose este religioso equilibradamente en sus consejos.
Otro
cambio a mujer apasionada, enamorada, con necesidad de cumplir aquello
que la naturaleza clama, ser madre, ser esposa, ser persona en
definitiva.
La sociedad ha cambiado demandando un diferente prototipo
ciudadano y hemos llegado a otra vida para todos, la mujer o el hombre
enseñarán y valorarán la decisión de ser libre; su alrededor
posiblemente mejorará pues la relajación produce menos rabia, más
realidad.
He creído ver varias personalidades en esta tía Tula,sobre
todo victima y verdugo, quizá fueran mujeres que vivieron aquella
opresión como pudieron y dentro de los diferentes entornos,
sobreviviendo e intentando buscar la felicidad de alguna manera, siempre
y cuando una bofetada no marcara sus límites.
En fin, todo cambia y casi se han conseguido las justas prebendas,las justas libertades.
así es esta novela, da mucho juego para hablar y hablar durante largas horas.
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