martes, 31 de julio de 2012

dalí

un video para ver cuadros del siempre genial, Salvador Dalí, a la noche, fotografía humanista holandesa.

lunes, 30 de julio de 2012

difusión de la fotografía humanista

Otro fotógrafo comprometido es Burce davidson, que quería no sólo despertar emociones sino, además hacer algo por la humanidad. De ahí su trabajo al lado de las personas que fotografía, como madame Fauncty, a la que dedico una serie en 1956, acompañandola y rettandola en los momentos sin importancia de su vida diaria en paris de los años 60.
Pero se mantine en un punto más próximo a la mirada humanista que a la corrosiva y es uno de los otografos que figuran en la exposición concerned photographs de new york en 1967, junto a Kertesz, robert capa y don mccullin. Dejando claro lo dificil que resulta establecer límites entre fotoperiodismo y fotografía humanista.
En Inglaterra roger Mayne 1929.siguió los pasos de bill brandt fotografiando la vida en la calle durante cinco años su tema fue southan street, en nottin dale, la zona donde se desarrolla la novela de colin macinees. absolute begginers.
En los Países Bajos, la fotografía humanista también tuvo un desarrollo importante, con van der keuken, publico sus fotografías donde se trasladó a estudiar cine, una profesión que como muchos otros compartio con la fotografía a partir de los años 69. su paris mortel, fue un libro cargado de crítica. Más crítico y mas viajero fue ed van der elsken, que combino los dos medios u riigio su atencion hacia los individios de personalidad fuerte, desde su primer libro hasta los que dedico a Amsterdam.
Josef Koudela es un checo amigo y díscipulo de bresson inluido también por robert frank, que fotografío la primavera de Praga y se dedicó a retratar las comunidades gitanas desde los años 60, a lo largo de vaijes en los que comparte su vida con ellos, tanto los paísses del este, como en españa, nomada el también no consiguio tener la nacionalidad francesa hasta 1987.
estos son los origenes de la fotografia humanista, entre usa y holanda.

sábado, 28 de julio de 2012

viernes, 27 de julio de 2012

el libro de los craneos robert silveberg

Como se puede observar por la fecha de la edición original, esta novela está claramente inscrita en el período dorado de la obra de Silverberg. Una vez superada su época de escritor compulsivo para revistas pulp, el maestro realiza un giro de ciento ochenta grados a su obra y, actuando como uno de los estandartes de la New Age o New Wawe (como se le quiera llamar) imprime a sus escritos una profundidad de pensamiento y un análisis de la conducta humana que sobrepasa, con mucho, cualquier obra de ciencia-ficción escrita por él anteriormente.
Aunque ésta es otra: ¿es realmente EL LIBRO DE LOS CRÁNEOS una novela de ciencia-ficción? Pues va a ser que no. Al menos no presenta ninguno de los elementos típicos del género. Si hubiera que catalogarla (aunque tampoco veo la necesidad) diría que se trata de un drama psicológico, en el que los cuatro protagonistas exponen sus puntos de vista sobre diferentes asuntos: inmortalidad, sexualidad, religión, honradez, posición social, etc.
Formalmente interesante, con gran cantidad de breves capítulos narrados en primera persona por un participante distinto, la novela se divide en dos partes claramente diferenciadas: el típico viaje iniciático, en este caso en coche, desde su Universidad del Este hasta el Monasterio de Arizona, y la estancia en el mismo, con toda su carga de dramatismo, ejercicios esotéricos y confrontaciones psicológicas. Resulta particularmente interesante la prueba exigida por los monjes en que cada uno de los cuatro aspirantes debe contar a otro, previamente elegido, ese secreto oculto que todos escondemos y que jamás hemos mencionado a nadie. Teniendo en cuenta que uno de los protagonistas es un pijo rico que no ha dado un palo al agua en su vida, otro es un granjero de Kansas obsesionado con triunfar en la vida, un tercero, futuro escritor, homosexual, que ejerce de tal, mientras que el último, descubridor del Libro, es un judío menudo, tímido y solitario, ratón de biblioteca, que parece tener bastante del propio Silverberg, nos podemos imaginar que las confesiones de y otros contienen bastante enjundia.
El premio a tanto esfuerzo es grande: nada menos que la inmortalidad. Pero el precio también lo es. Según el Noveno Misterio del Libro, uno de ellos será asesinado por los demás, otro se sacrificará voluntariamente y tan sólo dos lograrán la ansiada recompensa. Como dice el pijo en un momento de la novela: No está mal, un cincuenta por ciento de posibilidades.
El final de la novela es tan abierto que, sencillamente, no existe. El autor deja al lector la libertad de imaginarse el destino final de los dos ¿ganadores? de la prueba, cosa que a unos gustará, a otros decepcionará y a algunos, entre los que me cuento, dará igual; al fin y al cabo, no es una novela de Agatha Christie, sino del mejor Silverberg.
El libro empieza como una road movie, a lo kerouac. Tenemos a cuatro amigos, que viajan por el desierto, en el año 1972, para encontrarse a si mismos. Entre ellos hay secretos, tensiones, pasiones, rencillas, que afloraran finalmente al llegar al monasterio.
Silveberg es un autor de ciencia ficción, pero que combina magistralmente con el género más humanista, pasiones, rechazo a si mismo, mentiras, todas las pasiones humanas son dicesionadas por este autor. El a dicho de si mismo, que es un gran solitario y que goza de su propia compañia... este echo es el que le hace ser un gran observador.
esta novela no puede ser catalogada de ciencia ficción, tampoco de terror, es una mezcla entre road movie, thriller psicologico e introspección humana, con brotes esquizoides. Una novela impresionante, hacía tiempo que no leía algo tan jodidamente punzante, ácido, buena, conmovedora y aterradora por partes iguales. De lectura obligada.

el diputado

EL DIPUTADO. Dirigido por Eloy de la Iglesia, 1978. Nacionalidad: Española. Intérpretes: José Sacristán, María Luisa San José, José Luis Alonso, Enrique Vivó, Agustín González, Queta Claver, Ángel Pardo, Juan Antonio Bardem. Guión: Eloy de la Iglesia & Gonzalo Goicoechea. Argumento: Eloy de la Iglesia & Gonzalo Goicoechea. Director de fotografía: Antonio Cuevas. 35 milímetros. Color: Eastmancolor. Panorámico. Duración: 116 minutos. Productora: Figaro Films / Producciones Cinematográficas UFESA. Música: Gerena, Victor Manuel. Estreno: 20-10-1978 Empresa distribuidora: Universal films Española S.A. Mayores de 18 años con anagrama "S" Productoras. Espectadores: 841.599. Recaudación: 631.076,20 €

Eloy de la Iglesia se hundió por culpa de las drogas. Durante mucho tiempo vivió en la indigencia un auténtico infierno del que por fin salió y se recuperó aunque tardíamente. En El diputado hay aspectos que me gustan y otros no. Aparece una reflejada una izquierda que se ha dejado llevar por el folclorismo. La que se pasaba todo el día repitiendo parrafadas de materialismo dialéctico, tópicos, verborrea inútil. Esa izquierda que nos vendió a las multinacionales, al Pentágono y a Bruselas.
Por otra parte se confunde homosexualidad con bisexualidad y triolismo, opciones sexuales distintas y respetables que nada tienen que ver con los chaperos ni con la pedofilia. Ese diputado va en busca de sexo mercenario con menores y no busca amor en otro hombre adulto. Es el detalle que no me ha gustado de este filme, así que los protagonistas se pasan el día con discursitos. Por otra parte da la impresión de que para ser progresista hay que fumar porros y colocarse. Muchas personas revolucionarias jamás prueban las drogas, el tabaco y el alcohol dañinos para nuestra salud y nuestra mente. La condición de bisexual u homosexual (el diputado por lo que se describe es más lo primero que lo segundo pero ya se sabe que en aquella época el bisexual no existía y el homosexual estaba proscrito).
Por otra parte, El diputado es una crónica de una época muy difícil, la Transición política con gran peligro de involución. Con una ultraderecha violenta y esquizofrénica capaz de todo para regresar al poder.
Ideológicamente la película demuestra padecer de cierta confusión, pese a que como obra fílmica tenga nuestras simpatías.
Destaca el trabajo actoral de María Luisa San José, Agustín González y José Sacristán. Si Eloy de la Iglesia hubiera sido un cineasta más riguroso y lúcido habría llegado más lejos. Queda en la parte positiva la descripción de ambientes lumpen a los que es muy aficionado. La fotografía es demasiada plana para mi gusto, tiene pocas matices y el guión padece de maniqueísmos ingenuos.
No es una gran película pero si un documento histórico de un valor incalculable que refleja una época de nuestra historia que podría haber sido mucho mejor de lo que fue, una época difícil y excesivamente complicada en la que la nueva democracia padeció una crisis económica muy dura que estuvo a punto de hundirse al igual que las dos repúblicas españolas y la famosa Constitución de la PEPA.
 eloy de la iglesia (1944-2006) pasa por ser el cineasta de la marginalidad por excelencia. Su serie de películas sobre el lumpen hispano (El pico, El Pico II, Colegas, Navajeros &c) durante la transición y los primeros años de la democracia figuran hoy entre los filmes socio-políticos de culto, sobre todo tras recibir el homenaje del festival de San Sebastián -que logró recuperar al guipuzcoano para la prostera Los novios búlgaros (2003).

En el diputado de la Iglesia logró compendiar las consignas ("Socialismo es libertad. Libertad es socialismo", "No hay democracia sin socialismo, ni socialismo sin democracia") y gadgets típicos del izquierdismo español posfranquista, en un momento en que el exilio político regresaba para culminar la "transición" a la democracia (coronada). En esta mezcla de ideología, sordidez y fiesta no faltan el piso clandestino decorado con carteles de Marx, música de los cantautores, banderas rojas, grupos de "fachas" incontrolados, marihuana e incluso un extravagante y poco creíble ménage à troix.

Además, la película es una buena oportunidad para observar las contradicciones entre el espíritu libertario del propio cineasta y el "dogmatismo" con un toque de hipocresía del partido comunista, a cuya causa colaboraba por entonces el de Zarauz. Un diputado recientemente elegido es objeto de un complot tramado por grupos de la ultraderecha, que intentan utilizar la homosexualidad de Roberto Orbea (José Sacristán) para precipitar su hundimiento político. Esta delicada síntesis entre homosexualidad , marginalidad y socialismo encarnada por la relación entre Roberto y Juanito (José Luis Alonso - una especie de reverso "macarra" de tadzio) iba a terminar deshaciéndose años después, cuando el propio de la Iglesia se confesaba decepcionado con el comunismo "dogmático". Al fin y al cabo, orgía y comunismo no siempre han sido conceptos conjugados. Hace pocos años respondía esto en una entrevista concedida a el mundo
-Volviendo a lo de su homosexualidad y su presencia en el PCE...

-Mira, en realidad había un juego no del todo sincero. En aquella época el Partido quería ser tolerante, emerger como un grupo abierto donde no existían dogmatismos. Quería ser moderno, en el peor sentido de la palabra. Y yo lo que trataba era..., bueno, pues de llevarles contra las tablas de eso. De hecho, logré que Santiago Carrillo y todo el Comité Ejecutivo, ya muerto Franco, claro, fueran al estreno de una de mis películas más polémicas, El diputado, donde la política y la homosexualidad jugaban a partes iguales. Ya te digo, lo de ellos era un juego para buscar votos. Luego el Partido se dio cuenta de que los votos estaban realmente en las masas conservadoras, es decir, no yendo a ver El diputado, sino asistiendo a misa o a alguna procesión. Mirando atrás te das cuenta de que fueron muy crueles. No hay que olvidar que durante muchos años llevaron una política de represión y tiro en la nuca. La dialéctica se redujo enseguida.
El diputado también destaca por presentar las nuevas tesis sostenidas por los socialistas sobre el papel del terrorismo en el nuevo contexto europeo. No en vano se presenta a Orbea como un abogado laboralista que defendió a los etarras durante el proceso de Burgos, cuando aún se disculpaba a los independentistas por sus "motivaciones morales". Sin embargo, a partir del armisticio y la llegada de la democracia, las motivaciones de ETA se descalifican como "presuntamente izquierdistas" y su actividad violenta se caracteriza escuetamente como "crímenes contra la convivencia" -en línea con el rechazo "eurocomunista" al asesinato de Aldo Moro en Italia.

 Hay que reconocer que Eloy de la Iglesia los tenía muy, pero que muy bien puestos. Seguramente sus anteriores escarceos con la censura franquista hizo que sintiera un extraño y mórbido placer a la hora de desafiarles con la mayor virulencia posible. Sin duda con "El diputado" a mas de un censor debió de darle un pasmo. No es para menos si nos situamos en la época y si vemos la película intentando dejar los prejuicios a un lado.
No es que esta sea una buena peli. en realidad es bastante mala (en comparción su siguiente obra Los placeres ocultos es una obra maestra) pero la necesidad de expresarse en libertad y de denunciar (o al menos exponer) ciertos aspectos de la realidad española de su momento hacen de este un título imprescindible para ver la evolución ideológica y social de nuestro convulso país.
Sorprende, y mucho, la libertad a la hora de tratar el tema de la homosexualidad, la intolerancia fascista y las repercusiones morales. Solo por eso "El diputado", mal interpretada, con un guión tópico hasta la nausea, mal dirigida y demagógica hasta el empacho, acaba superando todas estas faltas y se convierte en un exponente sociológico que merece respeto, consideración y elogios . Una pena que De la Iglesa no se pareciera (como director) un poquito más a Fassbinder (incluso a Derek Jarman) pero no se puede tener todo y pese a su manifiesta mediocridad y estética feista, esta película es importante, valiente e incluso vista sin acritud ni ideas preconcebidas puede resultar muy muy entretenida. Y además Mª Luisa San José esta estupenda.
 El período histórico comprendido entre 1975 y 1980 fue fecundo en películas marcadamente ideológicas que, si bien no superan un análisis cinematográfico, suponen una excelente visión de los cambios vividos en España durante aquella época. Mucho se ha hablado tiempo después de la legalización del PCE, de las bandas de extrema derecha, de la "traición" de la izquierda a la República... Todo esto se recoge en películas como El Diputado (de izquierdas) o Hijos de Papá (de derechas) En ambas, por cierto, se habla del tema de la homosexualidad, dando base a la posterior aceptación social de tal condición sexual.

Resulta impresionante, si no vista como película, sí como documento un relato en el que se habla de la legalización del comunismo poco después de producirse este hecho, o del debate constitucional mientras éste se daba en el Congreso. La inocencia de una izquieda recién resurgida tras cuarenta años de dictadura es por otro lado aspecto a tener en cuenta: hoy resultaría ridículo ver un partido clamando por la justicia social, después de 35 años de régimen constitucional y la inocencia de aquella época perdida... Pero aun así es significativo de lo que somos, de lo que pudimos ser como país y de lo que aún podemos llegar a ser, si superamos problemas como los que encaró aquella generación.

La homosexualidad, tema principal del filme, es otro aspecto documental a tener en cuenta. Llama la atención que esta condición de Roberto Orbea, protagonista, pudiera ser causa de descrédito y aun de dimisión para un político. Pero así era, y está bien que se muestre como tal en la película, de tal manera que sepamos lo difícil que resultaba para los homosexuales simplemente vivir, condenados a la sordidez de los urinarios públicos, a la soledad o, peor aún, a convivir con una persona del sexo contrario.

Por mostrar todo esto y suponer un reflejo de esta época pasada, tanto El Diputado como las demás películas, de derechas e izquierdas, son importantes para nuestro país, por cuanto documento relatado suponen. Gracias a gente como Eloy de la Iglesia y Pepe Sacristán por haber sido tan valientes.

A destacar las intervenciones de Juan Antonio Bardem y de Ángel Pardo, en su primer trabajo como actor.
hay que reconocer que eloy de la iglesia los tiene muy bien puestos, criticado y admirado por partes iguales, hay que reconocerle que fué el director más valiente de la transcisión, ya no digo el mejor, ese mérito le corresponde a berlanga.
Aquí trata dos temas que a el le marcaron mucho, su pertenencia al pce, y su homosexualidad, de aquella disimulada y que le atormentaba. A su vez, mezcla estos dos rasgos autobiograficos, con su tema favorito, los quinquis, esos chavales que eloy lanzó al estrellato lanzandoles a la fama.
El diputado, un buen sacristan, a sabiendas que va a salir diputado en las primeras sesiones del parlamento, en una democracia aún en pañales, que tenía poco de democracia. Esto también lo pinta muy bien la película, como los ex ministros franquistas, ahora se hacían pasar por democratas, como los rojos que estuvieron 40 años en el ostracismo luchaban por salir a flote, como a la juventud, se la traia floja tanto unos como otros. Y cómo el país vivia en un constante estado de apariencias, como si aún estuvieramos en dictadura. Rescatar también, los conflictos internos de sacristan, su lucha para intentar sacar de su cabeza que es homosexual, hasta que por fin se acaba aceptando, que son las dudas que tuvo de la iglesia.
Por último, el complot en contra del diputado, dirigido por los fascistas que leen el alcazar, y soñaban ya con un golpe de estado.
En esto sobresale la mágica actuación, de uno de mis actores favoritos de todos los tiempos, agustín gonzalez. Sin duda una película muy interesante para conocer la transcisión pero vista con la mirada de eloy de la iglesia, un director muy valiente. que ya va siendo hora que se reconozcan sus méritos.

serpico

1973. usa. 132 minutos. director: sidney lumet. reparto: al pacino, jhon randolph, jhon kehoe, barbara eda young. drama poliaca. 2 nominaciones al oscar, mejor actor, mejor guión. basada en echos reales.

Años 70. Relato biográfico sobre Frank Serpico, un policía íntegro, de principios incorruptibles que, a diferencia de sus colegas, nunca se dejó sobornar y, precisamente por ello, siempre tuvo problemas con sus compañeros de profesión y se vio expuesto a situaciones muy peligrosas.


Las primeras imágenes de la cinta nos mostrarán al detective de la policía de Nueva York Frank Serpico herido gravemente de un tiro en la cabeza, mostrando a partir de ese instante a modo de flashbacks los acontecimientos que conducen a esta situación. Veremos la graduación de un jovencísimo y ilusionado agente de policía que sueña con combatir la criminalidad neoyorkina, recién salido de la Academia. Sin embargo, desde sus primeros días de patrullero y hasta varios años después en su andanza, deberá observar con fatalidad cómo sus compañeros dan pie a pequeños vicios, actuaciones irregulares, ojos que no ven a cambio de comidas gratis y hasta una compleja red organizada de recaudadores de "mordidas" entre los corredores de apuestas de la ciudad.

 Frente a esta situación, que romperá su visión idealizada y romántica de la vida policial, Serpico intentará aislarse, en un principio, haciendo las cosas a su manera, no aceptando ningún sobre con dinero sospechoso, optando por un uniforme de calle, sandalias y un hondo sombrero calado entre las greñas de su cabeza y una enorme barba desaliñada. Intenta trasladar una forma de actuación policial moderna, más cercana al ciudadano, pero verá chocar en cada ocasión de hacer las cosas bien su integridad con los intereses viciosos de sus compañeros y los intereses opulentos de los directores y comisionados de las altas esferas. En su intento de hacer las cosas mejor que sus compañeros, tendrá un papel esencial una compañera de clase que le enseñará el placer de la cultura, y una vecina de la que se enamorará perdidamente. A este respecto, creo que se refleja a la perfección el desprecio que varios sectores culturales sentían hacia la policía, entendiendo que todos eran un hatajo de corruptos, sentimiento que costó mucho expulsar de nuestro país en los años 80, donde la llegada de los socialistas intentó centrar la acción sobre el Ejército olvidando la policía y la Guardia Civil.

Serpico no es otro de esos tantos policías cuyos valores podrían servir para barrer el suelo, mismamente. Serpico es un hombre cuyo código ético, cuya moral, queda por encima de cualquier otra cosa. Es, como ya han dicho por ahí, un madero honrado.
Y no hay nada que le venga mejor a Lumet que un personaje tan bien estructurado como ese sirviente de la ley, pues ya demostró en "El prestamista" y "The hill" que sabe como retratar personajes de lo más complejos y fieles a si mismos, que sólo actuarían en consideración según su conciencia les dictase. Y Pacino agarra ese personaje con fuerza y le otorga un sosiego natural impecable, así como un marcado carácter cuando debe aparecer ese carácter.

Muchos tildan la propuesta de monótona y hastiante, en cambio, a mi me parece una gran propuesta, donde cada punto está donde debe estar y todo es tratado con una meticulosidad increible. Desde la relación del protagonista con la muchacha que le acompaña, hasta la que también tiene con sus compañeros, a los cuales demuestra desde un principio que sus valores están ahí. Y son inamovibles.
Y si en las dos propuestas anteriormente mencionadas se respiraba un aire de aspereza y tensión, aquí Lumet logra que esa ambientación poco pulcra encaje a la perfección con todos los recovecos que conforman "Serpico", otorgando un buen espacio en el qué moverse a sus personajes y en el cual hacer confluir la historia de modo más que correcto.

Mención aparte para ese excelente final que, lejos de intentar aleccionar y anteponer la moralina al personaje, logra todo lo contrario dejando el film en una propuesta tan digna como meritoria.
Otro gran trabajo para un gran Lumet que parece haber perdido aplomo actualmente. Una pena.
 Probablemente la mejor película de Sidney Lumet desde mi punto de vista, pretende abordar la frustración de un policía real que no imaginaba que los valores que juró defender estaban interiormente corrompidos sistemáticamente. El cuerpo de la Policía mostrado en “Serpico” apenas deja títere con cabeza, desde los policías más insignificantes, pasando por los altos mandos y terminando con los políticos, más preocupados por los resultados electorales que de un escándalo derivado de un conflicto interno y tan serio, así como el desinterés por acceder a una investigación y posterior limpieza. La película anticipa en su comienzo la tragedia que supone la experiencia para su protagonista, un brillante comienzo, confuso pero contundente a la vez que avisa de las consecuencias. Frank Serpico, en ningún momento pretende ser un héroe, simplemente quiere realizar su trabajo con profesionalidad y disciplina, algo que no tardará en descubrir que es una tarea poco menos que imposible. Pacino en pleno estado de forma evidencia la capacidad del policía para actuar con corrección, a la vez que lo fusiona con su mundo personal, al que termina afectando de manera inevitable. Lumet retrata la sociedad del momento con buen criterio, la época del amor libre en el que las relaciones comenzaban con tanta rapidez como terminaban, en función muchas veces de intereses personales y sociales. Poco a poco el la sombra del inicio se hace más patente, a medida de que los acontecimientos se van transformando en una cruzada interminable no augura un final feliz. El film promueve el cambio a través del valor de un sólo individuo, que con su predisposición puede sorprender lo que llega a conseguir.
 
Esta película es aunque sea una perogrullada decirlo un homenaje a la persona de Frank Serpico. No tiene un guión al truculento en el que hasta el mas minimo detalle ha de tener una finalidad. Es una película a la antigua, con un cierto tono "documental" en el que la camara se pone al servicio de una historia, ni mas ni menos. No hacen falta giros ingeniosos ni dialogos ocurrentes cuando se cuenta una buena historia que en este caso además resulta ser verdad. Estupenda.
Al Pacino era un gran actor hasta el momento en que se metio en el papel de Al Pacino. De las mejores interpretaciones que he visto.
 Serpico es uno solo, sin ataduras, correoso y leal, tozudo el muy cabrón. Es un perro que abandona a sus dueños por una razón clara, cuando tiene hambre no le dan de comer lo que él quiere y cuando ocurre esto ladra, vaya si ladra.

No sé si es sucio, al menos lo parece. Lo definiría como un policía bohemio, con sus barbas, sus pelos y su jardín echo una mierda, a su gusto. Y un día recibe un sobre, lo suficiente para comprarse un buen tocata de la época, pero no lo coje. Es un gilipollas, supondréis algunos, el resto lo daréis por echo, me incluyo. Por eso está solo.

Es un chivato de tres pares de cojones y eso no es guay, más bien es motivo de agresión en algunos casos, de ignorancia y marginación en otros. En las pandillas sería el apedreado, del que la mayoría pasa y el resto también pasa porque la mayoría pasa de él. Un argumento cojonudo para ignorar a alguien, en serio.

Pero así es su lucha y así es él, y a jodernos, ole tus huevos Serpico. Eres tonto del culo y no tienes futuro, ¿verdad chavales? Pues eso.

Respecto a la película, es dura, simple y acojonantemente bien narrada. Con Pacino que es un crack y con Lumet que es una maquinita. A veces te sumerge en un maravilloso aburrimiento porque desde el principio no baja el ritmo. Los amantes de las explosiones flipantes, el fuego a discreción y el folleteo masivo, que se bajen o se alquilen o se compren otra. No disfrutarán.

Para paladares que sepan disfrutar el cine con parsimonia. Lumet ya me ha dado suficientes pruebas de que viste despacio cuando hay prisa.
 Film realizado por Sidney Lumet y escrito por Waldo Salt ("Cowboy de medianoche", 1969) y Norman Wexler. Adapta la novela biográfica "Serpico" (1973), de Peter Maas. Se rueda en NYC (Bronx, Queens, Greenpoint, Washington Square Park) y en estudio. Es nominado a 2 Oscar (actor y guión adaptado) y gana un Globo de oro (actor). Producido por Martin Bregman, se estrena el 5-XII-1973 (NYC).

La acción tiene lugar en NYC, a partir de febrero de 1971, con un largo "flashback" que recuerda la graduación (1960) del protagonista y su incorporación al cuerpo de policía. La película desarrolla un relato policiaco con elementos dramáticos y de crimen. Frank Serpico (Al Pacino), de 35 años, es un policía de NY íntegro e insobornable.

La obra forma parte de la serie de films policiacos que Lumet ambienta en NY en los primeros años 70, como "Supergolpe en Manhattan" (1971), "Tarde de perros" (1975) y otros. La denuncia de la corrupción, en particular la de la policía, es un tema recurrente en la filmografía del realizador, que en esta ocasión trata de manera extensa y prolija. La caracterización del protagonista se establece con precisión y detalle. Lumet había demostrado en obras anteriores su capacidad para el retrato de personajes complejos ("El prestamista", 1964). Serpico trabaja con celo, aprecia la vida bohemia, lleva pelo largo, barba poblada y un gran bigote, es hijo de un zapatero napolitano, es inconformista, no quiere ser un héroe, viste de modo informal y desaliñado y es sincero, recto y honesto. El guión aborda el tema del amor libre que rompió moldes y escandalizó a muchos en los años 70. Las relaciones de pareja se establecen y se rompen con rapidez y facilidad, en contraposición a las relaciones estables y codificadas de la pareja convencional. Lumet desarrolla un relato sobrio y austero, dotado de buen ritmo, que luce una notable eficacia narrativa. Apunta, sugiere y esboza situaciones y acontecimietnos, sin detenerse en ellos más de lo estrictamente necesario. Se sirve de elipsis, sobrentendidos y de una loable economía de medios. La pareja Lumet/Pacino repite colaboración poco después en "Tarde de perros". De acuerdo con su afición a las citas cultas, Lumet menciona "El Quijote".

La música es de Mikis Theodorakis, autor de la banda sonora de "Fedra" (1961) y "Zorba el griego" (1964). La partitura consta de 10 cortes, con un grato tema principal, "Tema de Serpico", triste y melancólico. Son destacables los cortes "Solo en el apartamento", "Flashback" y "End Tittle", que incluye un sobrecogedor solo de violín. La fotografía, de Arthur J. Ornitz, hace uso de un cromatismo de colores contenidos, brinda escenas de gran dinamismo (persecuciones a pie y en coche), adopta un tono documentalista y resalta el humor visual que acompaña al pintoresquismo del protagonista. Buena interpretación de Al Pacino y buen montaje de Lumet.
 Película que muestra que cuando Lumet no se excede en sus películas es capaz de mantener una película y lo que es mejor, hacer disfrutar al espectador. También muestra que cuando Pacino se contiene y no sobreactúa está mucho mejor que cuando lo hace (y los tres padrinos y Atrapado por su pasado por ejemplo son buena muestra de lo que hablo).

El guión de la película es bueno. Dentro de la corrupción que existe en la pasma, ahí está en medio Frank Serpico que desprecía todo eso y que al final acabará luchando contra sus propios compañeros para que se haga justicia contra esos delitos que cometen sus compañeros.

Otra eficaz dirección de Lumet, que sabe cómo mantener el ritmo, que sabe que uso darle a los personajes secundarios sin que sobre ninguno y que sabe cómo hacer que no aburra.

Pacino hace el resto. Probablemente sea de sus mejores interpretaciones. El nivel de tensión que tiene dentro del cuerpo Serpico ante todo lo que está viviendo lo manifiesta muy bien Pacino y hace que su papel sea creible. Cómo ya he dicho los secundarios están bien utilizados y todos hacen admirablemente bien su papel.

En fin, que la pareja Lumet y Pacino, que también después nos hizo disfrutar repitiendo en "Tarde de perros", vuelve a hacer una película igual de buena y entretenida. Estaría bien que volvieran a repetir.
 La dirección de Lumet es más que correcta, la labor de los guionistas goza de gran ingenio y originalidad, la interpretación de Pacino es, cuando no, excelente; pero en éstas virtudes ya se ha ahondado lo suficiente en críticas anteriores y, para no andar repitiendo las
mismas verdades con diferentes palabras, referiré éste espacio a otro tema, el tema que nos sugiere la película.
Este tema no es otro que el de la Corrupción Policial. Sabemos que la historia de Frank Serpico es real, o al menos eso nos dicen, escuchamos y entendemos. Sabemos que como toda adaptación de hecho real a libro y posteriormente a película, ciertos detalles de veracidad se van perdiendo y entremezclando con anexos del autor, pero lo importante, lo más importante, es lo que queda y lo que nadie puede negar: la esencia, la idea que nos quiere transmitir la película.
Lo que no sabemos es el porqué, dada la repercusión mediática de este caso y tantos otros escándalos (no sólo por la película, creo que no hace falta verla para darse cuenta que algo funciona mal en los sistemas policiales), nadie hace nada para contrarrestar estos lamentables episodios que, duela decirlo, atentan hoy en día contra prácticamente cada uno de todos nosotros. Todos, o casi todos los seres humanos en el mundo, somos víctimas de los corruptos que manejan contra la voluntad del pueblo y nos hacen creer cosas que no son ciertas. De hecho la historia de Serpico transcurre en los Estados Unidos, supuesto ejemplo y máxima potencia universal, y también centro de los grandes desastres del mundo; pero ocurre, y más estrepitosamente, en el resto del mundo y los países tercermundistas. Yo denuncio, autoridad de mi sufrido país: hayas o no visto ésta película, conocés los problemas de inseguridad provenientes de la propia policía asesina, corrupta y cuanto menos grave, reprimidora, y no te preocupás por capacitar a tus propios agentes, a educarlos debidamente, a hacerles entender el valor de la honestidad. ¿Entonces que nos queda? ¿Dónde iremos a parar? La única respuesta que se me ocurre es la de Complicidad, concepto que que hoy en día no está bien difundido (de estarlo no estaría ocurriendo), y Serpico nos lo muestra tal cual es. La corrupción no viene de abajo, los problema no surgen debido a la incapacidad de los policías; la corrupción viene de arriba. Se basa en una suerte de permitividad y protección de los superiores sobre sus agentes corruptos que, a cambio, deben darle una suma importante del dinero "extra", y éstos a su vez compartirlo con gente de aún mayor envergadura (llámese desde Jefes de Policía hasta ministros). En fin, Complicidad de toda una red de mafia que beneficia a unos pocos y perjudica, explota y destruye a toda la sociedad.
Sé que no voy a cambiar el mundo con éste mensaje, quizá no lo lea nadie, pero valga como la simple expresión de un ciudadano tercermundista que, ya sin galera y con pañuelo en mano, llora al ver una esperanza que se dilata como sueño al despertar.
 
este film en manos de otro director, hubiera resultado ser un bodrio insoportable, ya me lo imagino, la historia del poli incorruptible, patriota, violencia gratuita, historia de amor metida con calzador, mucha accion y un dialogo escrito en una servilleta. pero no es así, porque el material calló en las manos de sidney lumet. Y con la impresionante actuación de uno de los mejores de todos los tiempos, al pacino.
Es un film pausado, en el que vemos a un juvenil y hippiesco policia con sus ganas de hacerlo bien, al que tanta corrupción lo va poniendo en un constante estado nervioso, que hará que su vida se hunda, y acabé con sus relaciones sentimentales, aparte de poner en peligro su vida. Gran película sin duda.

jhon rambo

director: sly. 2008. 93 minutos. usa. bélica-acción. reparto: sly, julie benz, mathew mardsen, ken howard.
argumento: John Rambo (Stallone), el ex-boina verde que llevaba una ajetreada vida marcada por la guerra, vive ahora una solitaria y apacible existencia en la jungla del norte de Tailandia, pescando y cazando cobras para venderlas. Todo cambia cuando un grupo de misioneros católicos le proponen que les sirva de guía hasta la frontera con Birmania, para suministrar medicinas y alimentos a los refugiados asediados por el ejército birmano, que ha hecho de las torturas y los asesinatos algo habitual. Rambo no tendrá más remedio que volver a tomar partido.

¡Qué grande es John Rambo! Un Rambo sexageneraio retirado en Tailandia que pasa los días cazando serpientes para un espectáculo, es un Rambo que ha de estallar. Y para goce de los espectadores, Rambo estalla, entra en cólera y se carga a todo birmano que se mueva por los arrozales.

Sylvester Stallone apenas tiene diálogos, ni falta que hace, el pasa directamente a la acción, hablar es de ladyboys, así llaman a los amanerados por aquella zona. John Rambo no habla, mata. Y diría más, no mata, aniquila, descuartiza y destripa. Mi héroe.

Jamás se vio un malo tan malo. Los Jemeres Rojos eran hermanitas de la caridad al lado de estos salvajes birmanos. La excusa perfecta para que no nos alarmemos ante la masacre que nos tiene preparada John Rambo.

Imprescindible ir al cine a verla. El sonido de los disparos es brutal, y su efecto revienta cabezas, sobrecogedor. Ha superado con creces mis expectativas, no esperaba un espectáculo tan dantesco.

Señores, esto no es cine independiente, es John Rambo, y está cabreado. Un film de indudable mal gusto, pero descaradamente entretenido. Apunta a la cabeza y dispara. Grandes fuegos artificiales con tropezones rojos y viscosos.



Si le preguntaran a Stallone por el argumento de su nueva película, estoy casi seguro que diría algo como "Diantre, eso no me hace falta. En Birmania no hay argumentos, sólo cobras y AK-47" (Esto con la voz del doblador de Robert de Niro, claro).
Ya no es que la película no tenga argumento. No. Es que no le hace falta.

Uno de los aciertos de Stallone al devolvernos a su alter-ego (con permiso de Rocky) en esta película es que no pretende ser más de lo que puede ser: acción y entretenimiento. Nada más.

Se tarda muy poco en comprobar que John Rambo vuelve en plena forma. Más musculado que nunca (y eso con 61 tacos, que ya tiene mérito), el avatar venido del Vietnam con su melena azabache y su bandana en la frente regresa con una mirada más cansada, pero que nadie se crea que está agotado. Ha vuelto para demostrar que él es el único hombre capaz de empezar una película desarmado y acabar con un contador de 900 cadáveres a las espaldas y tan sólo una ligera contractura muscular en el hombro izquierdo.

Con excepción quizás de la primera de la saga, ésta película es la mejor de la serie, y también la más sangrienta (y en este aspecto les saca una buena distancia a las otras tres). Tampoco es de extrañar cuando uno ve el color rojo entrañas de las letras que acompañan el inicio de la cinta, que casi parecen avisar de qué se va a teñir la pantalla.

Rambo IV es realista, muy realista. Llega incluso a mostrar con brutal genialidad el rostro del horror en la persona de los militares birmanos, a los que Stallone pinta como la viva encarnación de la maldad más pura y depravada. Hacía tiempo que no me inspiraban odio y rabia los "malos" de una película de acción. Buen detalle éste, que casi no se aprecia y se va perdiendo en las películas "del montón" que copan el género.

Mención especial merece la escena del final, una auténtica batalla campal que creo que perdurará en mi memoria durante mucho tiempo. Cruenta como ella sola, sí, pero tremendamente realista. Impactante. RATATATATATA! (Bueno, eso que lo diga la ametralladora de Rambo).

La recomiendo a todo el que sea seguidor de la serie y a todo el que quiera pasar un rato explosivo viendo llover balas y flechas con el que sin duda ha sido uno de los iconos del género de acción de la historia del cine.
 Guion? Cero.

Amores?cero (y se agradece la vida).

Discursitos? Cero.

Acción? Toda. De la buena además. Old school, sin CGIs ni ostias en vinagre. Excelentemente rodada, dirigida y montada. Este tio es muy bueno en lo suyo.

Fascista? Por supuesto. Es Rambo, que esperaban? todas las pelis militaristas los son. No tengo ocho años. No tiene porque afectarme.

Brutalidad? Toda. Y más. Doscientas treinta y algo muertes creo, a cada cual mas cabrona y viscosa. La peli más bruta que recuerdo. Que puta es la guerra!

Malos malosos? Hasta el infinito, asesinos, violadores y follaniños. Vais a morir.


En definitiva, UN PEPINÓN de película en toda regla. La mejor peli de acción en mucho, mucho, mucho tiempo. Una película honesta, directa y efectiva de cojones. Brutal. GRACIAS SILVESTER.
 Stallone ha decidido acabar con los dos iconos cinematográficos que le catapultaron a fama en un intento por enmendar el bache sufrido en los últimos años. Primero fue Rocky y ahora Rambo espera recuperar un terreno que parecía extinto desde hace muchos años. Y claro está, que el tiempo transcurrido hace nos hace ver a este personaje como un anacronismo actual, lejos de los estándares que rigen los parámetros de las producciones actuales. Sin embargo, la propuesta de Stallone está acorde no sólo a los tiempos que corren sino al suyo propio, consciente de sus limitaciones y dispuesto a acabar la saga con toda la dignidad que sea posible. Y esa es la palabra que más se acerca a esta nueva entrega, tan apartada de las dos precedentes y un poco más cercana al “First blood” que lo empezó, en donde observamos a un Rambo taciturno y resignado, al que las motivaciones hace tiempo que le han abandonado. Consciente de los muchos problemas que sufre la sociedad, trata de apartarse de ella al verse desbordado por lo que sucede a su alrededor. Es un grupo de misioneros y no un grupo militar, quienes le piden ayuda para remontar el río para tratar de ayudar a personas necesitadas. Y mejor aún es su dirección, concisa y alejada de los sopores que nos cuentan otras películas en dos horas y pico, “John Rambo” apenas llega a la hora y media, por lo que uno no tarda en ver la realidad del film, es decir ser directos y no andarse por las ramas con valores absurdos o romances innecesarios. “John Rambo” es un punto y final, Stallone agradece a su personaje la linealidad que le ha proporcionado durante tanto tiempo para darle descanso. El film es mucho más violento y explícito que las anteriores películas, está muy bien rodado, demostrando oficio suficiente como para sacar rendimiento a algo en los que pocos confiaban (yo incluido). Luego llegará la crítica fácil y destructiva que la tildará de todo menos de lo que es y pretende, con majaderías como “los diálogos”, “mensajes” y mamarrachadas por el estilo para intentar equivocar al espectador despistado que tiene cierto interés por verla, yo he recuperado una parte de mi adolescencia viéndola, puede que no sea perfecta, ni la película del año, pero es uno de los últimos reductos que a Sly le quedaban por explotar sin que nadie lo esperase, y a fe que lo ha hecho con suma eficacia.
 

jueves, 26 de julio de 2012

doors

la música de los doors, tranciende lo musical,.y se convierte en una experiencia vital de sus cuatro componentes, waiting for the sun, gran album.

ferdinando scianna

Ferdinando Scianna es un periodista y fotógrafo italiano (nacido en 1943 en Bagheria, Sicilia) que ha realizado también fotografía de moda y publicidad y retrato. Es miembro de Magnum Photos.

Después de sus estudios de filosofía e historia del arte a la Universidad de Palermo, publicó en 1965 una primera recopilación de fotografías, Feste Religiose in Sicilia, en colaboración con su amigo el escritor siciliano Leonardo Sciascia, autor de los textos de la obra. Esta obra recibirá una mención al Precio Nadar en 1966.
El año siguiente se instaló en Milán y comenzó a trabajar para la revista L'Europeo como fotógrafo y periodista.
En los años setenta, se trasladó a París y colaboró en distintos diarios franceses escribiendo artículos en Le Monde diplomatique y La Quinzaine littéraire sobre distintos temas: fotografía y también política y cultura.
En 1977 tuvo lugar la doble publicación de Siciliens en Francia y La Villa dei Mostri en Italia, obra consagrada a la legendaria Villa Palagonia, situada en su ciudad natal de Bagheria. Después de haber conocido a Henri Cartier-Bresson entró en 1982 en la agencia Magnum Photos, de la que se convirtió en miembro de pleno derecho en 1989.
A partir de 1987 se convirtió en fotógrafo de moda, realizando también una recopilación de retratos de Jorge Luis Borges y de Sciascia, así como álbumes sobre los niños del mundo, sobre los durmientes (con un título inspirado en el monólogo de Hamlet) y sobre su ciudad de Bagheria.
Por otro lado, Scianna ha desarrollado una importante faceta como crítico periodístico y fotográfico, así como organizador de foros de debate: el último, coordinado junto a Antonio Ansón para PhotoEspaña, llevaba por título precisamente Las palabras y las fotos

martes, 24 de julio de 2012

historia de la fotografía en España


«Fotografía y sociedad desde sus orígenes hasta el siglo XXI. Historia de la fotografía en España.» muestra la evolución de la fotografía hecha en España desde la introducción del daguerrotipo en 1839 hasta la frontera de los siglos xx y xxi. La exposición constituye, además, un deslumbrante espejo gráfico de la imagen de la vida española, así como de la intrahistoria política, social, cultural, industrial y urbanística del país. A través de más de cuatrocientas fotografías, procedentes de más de cien archivos y colecciones españolas y extranjeras, nos acercamos a la realidad de la España pretérita y al cambio profundo operado en ella, especialmente en los años que siguieron a la transición democrática. Las imágenes nos muestran los primeros y temblorosos trenes y diligencias; retratos de toreros, políticos, escritores, artistas y espadones célebres; acontecimientos relevantes, desde las guerras carlistas, la revolución de 1868 o las desgraciadas campañas de Marruecos, hasta la guerra civil y la larga y esforzada lucha por la democracia; las transformaciones industriales y urbanísticas; y una galería de personajes populares, como santeros, tomadores del dos, boyeros, arrieros, especieros, buhoneros y toda la fauna tras­humante de la época, incluyendo a los propios fotógrafos ambulantes.

A. Martí Villardefrancos, Niños emigrantes tras perder el barco, puerto de La Coruña, 1960 (colección del autor)
Castro Prieto, Museo Lázaro Galdiano, 2000 (colección del autor)

Cada una de las tres salas en las que se expone la muestra acogerá un periodo de la historia de la fotografía: Sala Estudi General, ‘Inicios de la fotografía hasta finales del siglo xix’; Sala Thesaurus, ‘Fotografía y sociedad desde el umbral del siglo xx hasta el final de la guerra civil’; y Sala Martínez Guerricabeitia, ‘Fotografía y sociedad desde el inicio del franquismo hasta la consolidación de la democracia’.
La exposición ha sido organizada por la Universitat de València y Lunwerg Editores y ha contado con la colaboración del Ministerio de Cultura. Este proyecto ha sido comisariado por Publio López Montejar (Historiador de la fotografía)

Herbert, Salamanca desde la calle del Grillo, hacia 1870 (Archivo Monasor)
Catalá-Roca, El piropo, Sevilla, 1959 (Colección hijos de Catalá-Roca)

Primera parte: ‘Inicios de la fotografía hasta finales del siglo xix’
Sala Estudi General 
Compuesta por un centenar de imágenes, la primera parte muestra la evolución de la fotografía, desde el daguerrotipo y el calotipo hasta el desarrollo técnico del colodión, la albúmina y el gelatino-bromuro, que posibilitó el nacimiento de la fotografía de viajes, el retrato y el periodismo gráfico. Las fotografías han sido seleccionadas tanto por su calidad técnica y artística como por su valor de testimonio de personas, costumbres, oficios, efemérides históricas y formas de vida y muerte de la España decimonónica. Así, contemplamos el aspecto de nuestros pueblos y ciudades, las diligencias y los primeros y temblosos ferrocarriles; retratos de personajes célebres (toreros como Cúchares y Frascuelo, escritores como Bécquer o Carolina Coronado, políticos como Castelar o Cánovas del Castillo, espadones como Narváez y Espartero, actores como Julián Romea); acontecimientos históricos, como las guerras carlistas, la sublevación cantonal de Cartagena, la revolución de 1868 o las campañas de Marruecos; transformaciones industriales y urbanísticas; y una galería de tipos populares, como santeros, boyeros, buhoneros, meleros, especieros y toda la fauna trashumante del siglo, incluidos los propios fotógrafos.

Esplugas, Tipos populares valencianos, hacia 1888 (Colección José Huguet)
Anónimo, Aristócratas y toreros, hacia 1855. (Biblioteca Nacional. Madrid)

Por su importancia técnica y documental son especialmente sobresalientes las fotografías que reflejan la construcción de puentes, ferrocarriles, faros, viaductos y canales. Merecen recordarse las fotografías de Charles Clifford y Jean Laurent, dos autores emblemáticos en el desarrollo fotográfico español del xix. Junto a ellos destacaron otros fotógrafos extranjeros que no llegaron a permanecer en España pero nos han dejado imágenes excelentes, como R. P. Napper, los miembros de la Compañía Levy, W. Atkinson o el propio Paul Nadar, cuyo trabajo en España es prácticamente desconocido. Hacia 1860 se establecieron en el país los miembros de la primera generación de fotógrafos españoles, como José Spreafico, Martínez Sánchez, Martínez Hebert, Facio, Alonso Martínez, José Rodrigo, Casiano Alguacil Garzón o Francisco Zagala. De todos se incluye lo mejor de su obra, como el extraordinario trabajo de Spreafico con motivo de la construcción del ferrocarril de Córdoba a Málaga en los últimos años del reinado isabelino, o las espléndidas estampas de un fotógrafo tan asombroso como Martínez Sánchez.

Anónimo (atribuida a Alguacil), Azacán de Toledo, hacia 1870 (Colección Luis Alba)
Anónimo, Retrato, hacia 1857 (Biblioteca Nacional de Madrid)

Segunda parte: ‘Fotografía y sociedad desde el umbral del siglo xx hasta el final de la guerra civil’
Sala Thesaurus 
La estructura de esta segunda parte viene determinada por la propia historia de los movimientos fotográficos españoles durante estos cuarenta años, desde el pictorialismo hasta la vanguardia, pasando por el retratismo, el fotoperiodismo y la fotografía popular. Un cuadro general que nos deja una imagen completa de la fotografía y de la vida española y de sus efemérides más notables, así como sus interrelaciones con la propia realidad política, social y cultural del país durante este apasionante periodo que culminó con la sublevación militar de 1936 y la guerra civil. A lo largo de sus más de cien fotografías, este apartado constituye una crónica sentimental, personal y apasionada de unos años en los que la lucha secular entre lo viejo y lo nuevo llevó a España a uno de los más dramáticos enfrentamientos civiles de su desgraciada historia contemporánea.
Algunos de los más importantes fotógrafos del primer tercio de siglo fueron retratistas. Su obra nos permite acercarnos a esta importante especialidad fotográfica y conocer tanto a los personajes célebres como a los anónimos pobladores de la calle. En este apartado se exponen obras de Káulak, Franzen, Audouard, Alfonso o Venancio Gombáu. Asimismo, en los umbrales del siglo xx se inició en España el pictorialismo fotográfico, que, a través de las llamadas emulsiones nobles, trataba de acceder a la categoría artística de la pintura. La mayoría de los fotógrafos encuadrados en este movimiento realizaban sus obras de un modo artesanal, utilizando procedimientos hoy en desuso como las gomas bicromatadas, el carbón o el bromóleo. Entre ellos destacaron Pla Janini, Goicoechea, Antoni Campañà y Ortiz-Echagüe. Desde planteamientos diferentes y sin las pretensiones de artisticidad de los pictorialistas trabajaron decenas de fotógrafos modestos que documentaron exhaustivamente la vida de los pueblos y las gentes, como Luis Escobar, Felipe Manterola, Pacheco, Suárez o los miembros de la familia Alfonso. Muchos de ellos cultivaron el reporterismo gráfico y nos dejaron el testimonio de los acontecimientos más relevantes de la historia de España, desde las campañas de Marruecos, la Semana Trágica de Barcelona, la huelga general de 1917 o la propia guerra civil. El eclipse del pictorialismo dejó paso a los movimientos que marcaron la fotografía de entreguerras, como la Nueva Objetividad o la Nueva Visión. Aunque tuvieron poca incidencia en España, sí queda su huella en la obra de Nicolás de Lecuona, Català Pic o Josep Renau, cuyas obras están presentes en la exposición.
Se trata de una ocasión única para contemplar la obra de autores ya clásicos de la historia fotográfica española.

Audouard, Cuatrillizos en un tándem de cuatro plazas, Barcelona, hacia 1905 (Biblioteca Nacional de Madrid)
Llanos, Salida para la guerra de Marruecos, Vigo, 1921 (Colección de Fotográfica del Ayuntamiento de Vigo)

Tercera parte: ‘Fotografía y sociedad desde el inicio del franquismo hasta la consolidación de la democracia’
Sala Martínez Guerricabeitia 
La tercera parte muestra la evolución de la fotografía española durante el franquismo y los años de consolidación de la democracia hasta la frontera con el siglo xxi. A través de más de un centenar de fotografías, encontramos un testimonio conmovedor de la España mezquina del estraperlo, el hambre, la represión y las cartillas de racionamiento. “Aquí están”, escribe Muñoz Molina en el prólogo del catálogo, “la caras negruzcas, las alpargatas de la pobreza, el horror de los uniformes y de las cabezas rapadas de las cárceles, las manos alzadas en saludo fascista de los vencedores, los crucifijos y los retratos de Franco que yo veía en la escuela, la tiniebla siniestra y la miseria antigua de un país derrotado”.

Santos Vicente, Niños en la sección de Oncología del Hospital del Niño Jesús, 1993, Madrid (colección Familia Santos Vicente)

Pero las fotografías nos muestran también la lenta y esforzada evolución de un país que pugna por recuperar su dignidad y por abandonar el territorio desolado de la derrota, desde la tibia liberalización del régimen y el surgimiento de los primeros movimientos ciudadanos de resistencia; las convulsas y esperanzadas vísperas de la democracia y la consolidación de la libertad y la normalidad democráticas.