viernes, 6 de enero de 2012

justicia callejera 1

1974. usa. acción. 101 minutos. director: michael winner. Reparto: charles bronson, vincent gardenia, hope lange, stuart margolin.
sinopsis: Tras sufrir una brutal agresión su mujer y su hija, Paul Kersey, un ciudadano normal de Nueva York, decide vengarse acosando a todos los delincuentes de la ciudad que actúan por la noche.


Un film legendario e históricamente definitorio (con un éxito con categoría de fenómeno sociológico que provocó una oleada de sub-productos, imitaciones y secuelas que se quedaban con la parte más superficial y embotada) al suponer la presentación del “vigilante”, evolución radical del policía insubordinado y sublimación de las fantasías justicieras, de la cruzada de un solo hombre contra una ciudad que simboliza la corrupción absoluta, la Babilonia moderna indiferente ante la maldad y el sufrimiento de los semejantes. Una cinta de una ambigüedad ideológica resbaladiza (no es gratuito que el personaje sea un liberal que fue objetor de conciencia en Corea), que aviva pasiones particularmente viscosas a base de apretar teclas sensibles y de conducir al espectador sin ningún tipo de piedad (con tácticas bastante rastreras en ocasiones, el viaje a Tucson, tierra idílica de hombres armados que resuelven sus propios problemas y casas entre soleadas colinas, resulta casi grosero en su vulgaridad, pero se salva al colocarlo siempre Winner dentro del punto de vista distorsionado de Kersey), identificándolo de modo tan sibilino como efectivo, haciéndolo uno con el antihéroe, pero que al tiempo no duda en convertir a este en un verdadero psicópata (lo que nos deja en una situación extraña y peligrosa, la fascinación de la violencia, el poder de la ferocidad, ejemplar el momento en el que Bronson contempla Nueva York a sus pies desde un azotea) que nunca ataca pero provoca que las cosas pasen, que sale a cazar, a buscar una dosis cada vez mayor (espléndida la reacción de euforia temblorosa tras el primer contacto o la vomitera nerviosa tras el primer asesinato) pero que, irónicamente, nunca buscará a los verdaderos culpables del crimen original. Puede leerse también como una radiografía pasada por lija de la psicosis ciudadana, un tratado de la paranoia de la América acomodada, con la espita del miedo abierta a chorro, que usa el “vigilantismo” (una forma de sub-cultura para-policial y fascistoide con claros ejemplos en el imaginario popular) para analizar un contexto socio-económico infectado que convierte la desconfianza y la (ultra) violencia en causa y solución del conflicto. Filmada con garra (Winner era un director de talento como certifica esa obra maestra que es “Scorpio”), apoyada en un “score” grandioso de Herbie Hancock y verdaderamente atroz (el asalto que causa el drama es especialmente salvaje), saca partido del hieratismo de Bronson y cuenta con uso magistral de la portadas de los periódicos (estratégicamente colocados en el encuadre para que puedan leerse) y de los anuncios en vallas publicitarias que enseñan como el justiciero se convierte en figura “pop”, lo que junto con el reflejo de la reacción de las autoridades y de la gente permite una panorámica del funcionamiento psicológico de estos fenómenos. Una película incendiaria, a veces simplista, a veces compleja, tan atractiva y turbadora como su imagen final.
 
El Charles Bronson más radical y violento empieza a cocerse en los setenta. El hombre de rostro inerte e inexpresivo (probablemente la envidia de Takeshi Kitano en sus obras más violentas) se sirve también para meter el dedo en la llaga en un problema social como son los altos índices de delincuencia y criminalidad que se perpetran en las grandes ciudades. El que antaño disputara el protagonismo con Lee Marvin en “Doce del Patíbulo” (1967) de Robert Aldrich, se mete en la piel de Paul Kersey un marido y padre ejemplar, ambicioso, trabajador, honesto, amable y amigo de sus amigos que no oculta su deber de pacifista concienzudo. Pero cuando una pandilla de gamberros (atención a la presencia de un jovencísimo Jeff Goldblum) asaltan el apartamento, matan a su mujer Joanna (Hope Lange) y violan a su hija Carol (Kathleen Tolan) dejándola en coma, Kersey emprenderá con las riendas de una nueva vida; tomarse la justicia por su mano, poniendo en vilo a hasta un entonces depreocupado cuerpo de policía y objeto de moda por los noticiarios de prensa al que le apodan “El Vigilante”.

Largometraje policíaco hecho a la medida de Charles Bronson con la complicidad del director Michael Winner con quien había trabajado en la interesante “Fríamente, sin Motivos Personales” (1972), en la que encarnaba a un asesino a sueldo. Pero desde “América Violenta” (1973), Bronson se surcó a las órdenes de Winner en papeles hechos más o menos a la medida del perfil de poli y/o ciudadano justiciero como así rezarían algunos títulos tan deleznables como “Yo Soy la Justicia” (1981), que dispondría de dos continuaciones, y “El Justiciero de la Noche” (1985) poniendo en duda la segunda etapa artística de un gran actor que había trabajado para John Sturges en “Los Siete Magníficos” (1960) y “La Gran Evasión” (1962) o su inolvidable rol de hombre de la harmónica en “Hasta que Llegó su Hora” (1968) del maestro Sergio Leone. Charles podía haberle hecho la dura competencia a Clint Eastwood o incluso al desafortunado Steve McQueen, pero los resultados se limitaban a ser videocasetteros y alimentícios, única y exclusivamente para fans que no solamente gustaban de las franquicias ochenteras retadas por una generación de tipos duros de la categoría de Chuck Norris, Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger.

El gran Chuck entra aquí de la mano de Winner por la puerta grande. Siempre subestimado, recibe aquí su merecido premio. Película vibrante, un clásico, y un tema siempre vigente. Vincent Gardenia simplemente genial. Una película genial y como son las genialidades, sencilla, comprensible, abierta, entretenida, bien filmada, no le sobra ni le falta un minuto. El señor Bronson recibió sobre todo el clamoroso reconocimiento del público, dado tal vez, al último de los actores con un carácter visible.
increible el éxito y la brutal acogida que tuvo este film, no sólo en taquilla, sino socialmente, de echo en estados unidos, país esquizoide dónde los haya, a raíz de esta obra maestra del cine, surgieron " vigilantes" y justicieros callejeros.
michael winner, hace su mejor trabajo, explicando de modo muy simplista, pero a la vez complejo la evolución de charles bronson cómo persona. Desde el dolor que le causa la muerte y la enfermedad de su esposa, a esos dialogos que sostiene con su cuñado. El cuñado se resigna, charles quiere venganza.
primero el viaje a la tierra del fúsil, algo se mueve dentro de el,. después cambia un billete en monedas, y las pone dentro de un calcetin, se protege así de un atracador dándole con el calcetín. Le tiembla la mano... pero al cabo de poco rato, está eufórico, golpeando el sofá con el calcetín.
despues su primer asesinato, en defensa propia. Le entra la vomitera, pero ya no puede frenarse. Cómo ave nocturna, sale todas las noches en busca de acción, y a todo aquel que intenta atracarle le dispara. Colecciona todo recorte de prensa, que sale sobre el, como todo buen asesino en serie.
hasta la famosisima escena final, que copiaron descaradamente en mistyc river. así analizamos la psique perturbada de charles bronson.
pero después michael winner, le dió otro cariz a justicia callejera, y las 4 continuaciones que tiene. Acción y asesinatos por un tubo, llevandolo a su máxima expresión en la tercera parte, dónde hay más muertos que vivos.  pero es esta parte, la que cuenta una historia, las otras partes son puro entretenimiento, la primera es una obra maestra.

el arquitecto paul kersey, averigua su vocación tardía, asesinar por las noches, a los bandidos que habitan por la ciudad.... a priori para vengar la muerte de su mujer, aunque al final, ya lo hace por vicio.

la imagen final del film, controversía, y debate sobre esta escena, garantizada.
  Pues lo dicho, todo lo que diga sobre este film, es poco. Soy un fanático de charles bronson, y de la saga death wish, solo me falta por comentar la quinta parte, y no se si la cuarta. Lo dicho, una película que marco época, y que copiaron hasta la saciedad, pero nunca sin superarla, porque el duo bronson-winner, funcionaba y nos regalan esta increible película, por la que el tiempo no pasa. Los dramas humanos, nunca pasan de moda, saludos.

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