sábado, 30 de junio de 2012

el bosque del lobo

1970. españa- director: pedro olea. reparto: jose luis lopez vaquez, amparo soler, antonio casas, nuria leal. 100 minutos. drama-licantropia.
sinopsis: Benito Freire es un buhonero que vive miserablemente en medio de un ambiente dominado por la ignorancia y la superstición. Se dedica a la venta ambulante por los pueblos gallegos y padece severos ataques de epilepsia. Por la comarca comienza a extenderse el rumor de que es un hombre lobo y de que está poseído por un espíritu demoníaco. Y son, precisamente, las historias que de él se cuentan las que acaban haciéndolo enloquecer. Y a partir de entonces, en las noches de luna llena, acompaña a través del bosque a aldeanos a los que luego asesina en medio de violentos espasmos.


La primera gran película en la trayectoria de Olea y un film que todavía emerge hoy como uno de los mejores de su época en el cine español.
Basándose en la obra "El bosque de Arniches" de Carlos Martínez Barbeito, se nos presenta la historia real ocurrida en Galicia a principios del siglo XX, de un incauto buhonero que se cree licántropo, por lo que tiende a asesinar irremediablemente a las personas que acompaña una vez se introduce en el bosque.
Olea, muy inteligentemente, se desmarca del tono terrorífico de la historia para enfocar la película desde el lado de la desmitificación de las leyendas licantrópicas, proponiendo la historia de un pobre diablo afectado de pura esquizofrenia.
Gran guión de Olea y Porto, con una atmósfera espléndida y magnífica fotografía de Amelio G. Larraya, para una magnífica obra que contrapone muy bien el folklorismo típico patrio frente a un naturalismo crudo, valiente, desmitificador y áspero.
Impresionante interpretación de López Vázquez, demostrando ser uno de los mejores y con más registros actores de la Historia del Cine español y mundial.
En 2004, Paco Plaza ha realizado otra adaptación titulada "Romasante, la caza de la bestia".
 Nunca resultó sencillo para muchos de nuestros actores sacarse el sambenito con el que los críticos y público en España tienden a etiquetar a cualquier artista que sea conocido.

Alfredo Landa lo tuvo que sufrir mucho tiempo hasta que José Luis Garci hizo que con aquella fabulosa película que es “El crack” se le viese por parte de todos como un actor total.

Muchos años antes el rompe y rasga ya lo había hecho otro de los grandes, José Luis López Vázquez, un actor que a pesar de ser fetiche para Berlanga se le seguía considerando valido sólo para la comedia.

Nada más lejos de la realidad. Un director debutante como Pedro Olea echó por tierra ese mito al dar a Vázquez uno de los personajes más turbios y psicopáticos de toda la historia del cine español: Benito Freire, un tipo que hace que te puedas reír sin complejos de Hannibal el caníbal.

En la escasa hora y media de cinta queda perfectamente retratada una porción de sociedad española que parece sacada de las peores pesadillas de Goya. Lo tremendo es que aquello sucedió, y Olea nos lo muestra sin sangre ni efectismos, como mandan los cánones, sabiendo crea tensión de verdad, sólo apto para adultos de verdad.

Estoy seguro que a Tod Browning le hubiera encantado esta película.

Una cosa más, un recuerdo para Astorga, la ciudad maragata que tan presente está la película, no nos olvidemos de ella que no sólo de Galicia vive el... hombre lobo.
El licántropo, ese ser tan temido durante tiempos ajenos a los nuestros, objeto de leyenda entre los habitantes de la España más rural y tema de conversación durante aquellos años, dando paso a anécdotas y relatos de todo tipo, que permanecían en la memoria de los aldeanos, pasando de boca en boca.
Ese parece ser el punto de partida de la obra de Pedro Olea, que emprendiendo esa historia, y a raíz de un personaje principal harto arisco, a la par que discreto y callado, media su labor con pulcritud y destreza, componiendo una historia que, pese a la monotonía que puede llegar a adquirir en determinados momentos, no pierde el interés de sus formas más que en contados momentos.
De este modo, y tras un brillante epílogo, Olea nos introduce en las andanzas de Benito Freire, un vendedor ambulante y guia itinerante que va descubriendo sus facetas al espectador con sosegada calma, además de ir introduciéndole en sus particulares quehaceres diarios.

Sin dudas, la realización es uno de los pilares básicos de esta película, puesto que pese a sus patentes defectos, como la insistencia del director en los mismos aspectos de su labor constantemente, o lo pausada que se llega a tornar la propuesta en diversos minutos, haciendo que uno mismo llegue a bostezar levemente, el trabajo desempeñado por el cineasta bilbaino es sumamente atractivo gracias, en especial, a una espectral y turbadora banda sonora, que hace mella en determinados momentos con gran acierto, además de un manejo de la cámara meticuloso y sobrio, a través de la cual introduce el movimiento idoneo durante cada secuencia.
Tampoco hay que descuidar ese excelente cuadro que idea sobre la España profunda, esos recónditos parajes que esconden lo más intenso y acentuado de esas tierras alejadas del mundanal ruido de las grandes poblaciones, donde todo se vive con un fulgor especial. Además, el retrato sobre sus gentes es francamente memorable, siendo una de las partes más trabajadas de la obra.

A ello, hay que añadir una sobria actuación de José Luis López Vázquez, que consigue obrar un serio papel a raíz de un personaje suficientemente matizado como para que el espectador pueda sacar mínimo partido del mismo. Engimática y recóndita interpretación de Vázquez, con resultado gratificante.
Aun y así, otra de las pegas del film, es que descuida demasiado secundarios que se ven excesivamente desaprovechados, y cuyas relaciones con el protagonista debieran haber sido mejor trabajadas, ya que el partido que se saca de ellas es nimio.
Posiblemente, si se hubiese insistido menos en la reiteración de según que momentos y situaciones, y se hubiese intentado poner más empeño en sacar partido a los vínculos que mantiene la figura principal de este trabajo con sus más allegados, podría haber cobrado mayor verosimilitud una historia que interesa y llega, pero no logra profundizar o alcanzar un concepto más allá de la franqueable trivialidad del planteamiento inicial.
Recomendable.
 
La leyenda urbana acerca del buhonero epiléctico que acabó convirtiéndose en un hombre lobo asesino fue puesta en escena por Pedro Olea y dio la oportunidad a Jose Luis López Vázquez de cambiar radicalmente de rol interpretativo alejándose así de los papeles de comedia en los que se había especializado hasta el momento.

El actor realiza un trabajo introvertido y austero, en ciertos momentos cercano a los registros insanos de la demencia, por el que demostró su valía en papeles dramáticos.

La película mantiene una desconcertante estructura de cine de terror, próxima a la crónica de costumbres y al documento realista.
Las supersticiones, los ritos religiosos y la ignorancia reinante en la Galicia profunda del siglo XIX se conjugan a la hora de investigar la mente de un asesino en potencia.

La maldición de la licantropía no podía recaer en nadie más convencido de ella.
 Bueno yo creo que si en España tiene que haber alobados, brujas o lo que sea tienen que estar en Galicia. La película se desarrolla alli aunque no se en que época ciertamente. Pero todo es tan patético.

Empezando por el protagonista, Benito Freire, un pobre desgraciado buhonero que va de aquí a allá vendiendo baratijas, contando historias y llevando mensajes. La verdad es que José Luis López Vázquez lo borda y hace un papelón de categoría resistiendo unos primeros planos inacabables como quién mea en su casa. Todo el peso de la película recae en él.

El contexto es siempre un ambiente pobre, pueblerino, donde la sencillez y la simplicidad se dan la mano y el patetismo acecha cada casa. Donde el cura es el que más manda y el que más sabe aún sabiendo poco. Crucifijos y una iglesia arraigadísimos. Bosques, naturaleza y cuatro casas mal desperdigadas en medio con gentes que hablan de una forma un tanto antigua. Galicia pura y dura coño. Un lugar en donde parece que no pasa el tiempo...lo malo es que parece que se paró alli hace más de mil años.

En resumidas cuentas la peli se trata de eso, las idas y venidas de un diablillo que ni siquiera a podido elegir su destino y que aún no teniendo su enfermedad seguiría siendo un perdedor de los grandes si es que alguna vez tuvo algo, un personaje de pueblo profundo. Una persona verdaderamente penosa.

Los nombres de los personajes son reveladores: Pacucha, Avelina, Benito, la tranca...nombres que se oyen acompañados de una tripa de chorizo y queso tierno. Buenos nombres y no cosas como Tania, Vanesa y mierdas de esas.
En la campiña gallega de principios del siglo XX, algunos habitantes de los pequeños pueblos dispersados por el territorio desaparecen o mueren asesinados. Todo el mundo cree que se trata de un hombre lobo. Benito Freire (José Luis López Vázquez) sufre violentos ataques que le inducen a atacar en el claro de un bosque a sus acompañantes.

El bilbaíno Pedro Olea se basó libremente en un caso real ocurrido en una época algo anterior de la que nos situa en “El Bosque del Lobo”; se documentó de las actas judiciales que llevaron a un vendedor ambulante llamado Manuel Blanco Romasanta a ser condenado a muerte por varios asesinatos, sentencia que no llegó a consumarse por benevolencia. Aunque sí llegó a analizarse el caso de un hombre aquejado gravemente de psicopatía y claramente inducido por la naturaleza y que sus violentos actos reflejos llevaban a creer, y así lo ensalzó el folclore, de que se trataba de un licántropo u hombre lobo.

Olea supo escenificar una España negra, regida por los cánones de la Iglesia y la alta burgesía por encima de una población humilde, que vivía del campo y la ganadería. Por lo que la censura española tuvo que echarle ojo avizor al asunto. Con la oleada del nuevo respirar del cine español, Olea rodó en los setenta otros films interesantes de los que destacan “Pim, Pam, Pum,… ¡Fuego!” (1975), y “Un Hombre llamado Flor de Otoño” (1978).
 
La historia que narra es la de Manuel Blanco Romasanta un hombre que decía convertirse en lobo cuando asesinaba a sus víctimas, debido, según decía, a una maldición familiar desde niño. Lo sorprendente de la historia real es que 6 psiquiatras confirmaron que su estado mental era de cordura total. Aún así se le considera el primer asesino en serie español con 12 asesinatos a sus espaldas.

La película está bien, José Luis López Vázquez está genial, brillante, pero echo en falta que se detuviera el narrador aún más en el personaje, no sólo en su detención sino en las cosas que dijo en el juicio o cómo fue llevando a los policías a los lugares donde mató a sus víctimas diciéndoles que sólo había huesos porque se los había comido.

De todas formas, ojalá en el cine contemporáneo español se hiciesen más películas sobre este tipo de historias de la denominada "España negra" o "España mágica", seguramente tendríamos más taquilla y más calidad en las historias que actualmente.
 Lo que más me gusta de este film, es que prescinde de espectacularidad, y se centra en la historia tal y cómo fúe, que está basada en echos reales. No consigue captar del todo el espiritu gallego de principios de siglo, pero se le acerca bastante. Es recomendable para los que amais el cine más rancio de la España más miserable y arrastrada, películas de culto como la presente, o el crimen de cuenca, sin ir más lejos. Destacar la enorme interpretación de Jose Luis López Vazquez, un actor con mayusculas.

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