lunes, 16 de julio de 2012

george eastman


PRIMERA PELÍCULA EN CARRETE FOTOGRÁFICO

Primera película en carrete fotográfico En 1884 el americano George Eatsman fabricó la primera película en carrete de 24 exposiciones.

En 1888 lanzó al mercado otro aparato revolucionario de pequeñas dimensiones (18cm de largo) que estaba provisto de un cargador de 100 exposiciones. Dotado de un foco fijo y una velocidad de obturación de 1/25 segundos. Después de realizar el último disparo, se enviaba a la casa, que revelaba las 100 fotos y recargaba de nuevo la máquina con otro carrete.

Costaba alrededor de 25 dólares y se publicó con el eslogan "Usted apriete el botón, nosotros haremos el resto". Este nuevo invento recibió un nombre que se haría famoso en la historia de la fotografía: Kodak.

Eastman al crear la primera cámara fotográfica, fundó también en (1854-1932) la casa Kodak.

Eastman incluyó en 1891 la primera película intercambiable a la luz de día. De la película sobre papel se pasó en 1889 a la película celuloide, sistema que seguimos empleando hoy en día.

Dejó los estudios y fue tachado de "no tener talento" cuando se le evaluó con los criterios académicos de la época. Nació en el seno de una familia pobre y ya de joven se encargó de mantener a su madre viuda y a sus dos hermanas, una de las cuales tenía una minusvalía grave. Comenzó su carrera laboral con 14 años trabajando en una oficina de una empresa de seguros y la continuó como empleado en un banco local.
Hablamos de George Eastman y de su capacidad para superar la adversidad económica, de su talento para la organización y la gestión y de su mente despierta e ingeniosa, características que lo convirtieron en un empresario de éxito antes de cumplir los 30 años y le permitieron situar a la compañía Eastman Kodak a la cabeza de la industria estadounidense.
George Eastman
George Eastman.
 
Pero levantar una compañía multinacional y revelarse como uno de los empresarios más
importantes del país requirió dedicación y sacrificio. No resultó fácil.
Niñez

George Eastman, el más pequeño de tres hermanos, hijo de Maria Kilbourn y George Washington Eastman, nació el 12 de julio de 1854 en Waterville, unos 32 kilómetros (20 millas) al sudoeste de Utica, al norte del estado de Nueva York. En la actualidad, la casa que fue el antiguo hogar de los Eastman, donde nació su padre y en la que George pasó su infancia, está integrada en el Genesee Country Museum de Mumford, Nueva York, a las afueras de Rochester.
Cuando George tenía cinco años, la familia se mudó a Rochester. Allí, el mayor de los Eastman puso todo su empeño en la fundación de la escuela Eastman Commercial College. Más tarde, sobrevino la tragedia. El padre de George murió, la escuela fracasó y la familia comenzó a sufrir penurias económicas.
George continuó en el colegio hasta cumplir los 14 años. Después, se vio forzado por las circunstancias familiares a buscar un empleo.
En su primer trabajo como mensajero de una empresa de seguros cobraba tres dólares a la semana. Un año después, trabajó como chico de los recados en otra empresa de seguros. Por iniciativa propia, pronto se hizo cargo del archivo de las pólizas e incluso de su redacción. Su salario aumentó a cinco dólares a la semana.
Pero a pesar de este aumento, sus ingresos no eran suficientes para cubrir los gastos familiares. Por las noches, estudiaba contabilidad en casa para conseguir un trabajo mejor pagado.
En 1874, después de cinco años en el negocio de los seguros, fue contratado como aprendiz en el Rochester Savings Bank. Su salario se triplicó y llegó a superar los 15 dólares a la semana.
Pruebas de un aficionado

A la edad de 24 años, Eastman decidió pasar unas vacaciones en Santo Domingo. Cuando un compañero de trabajo le sugirió que estampara su viaje para recordarlo, Eastman compró un equipo fotográfico con toda la parafernalia que requería la época de las placas húmedas. La cámara era tan grande como un horno microondas y llevaba un pesado trípode. Además, Eastman necesitaba llevar consigo una tienda de campaña para poder esparcir la emulsión fotográfica en placas de cristal antes de exponerlas y para revelar las placas expuestas antes de que se secaran. Había productos químicos, tanques de cristal, un pesado soporte para las placas y un recipiente de agua. Eastman describió el equipo completo como "los bultos de un burro de carga". Tuvo que pagar cinco dólares para aprender a hacer fotografías.
Eastman no llegó a hacer el viaje a Santo Domingo. Pero quedó totalmente atrapado por la fotografía y trató de simplificar el complicado proceso.

Un autorretrato en
película experimental.
En revistas británicas, leyó que los fotógrafos se fabricaban sus propias emulsiones de gelatina. Las placas revestidas con esta emulsión permanecían sensibles incluso después de secarse y podían exponerse cuando se deseara. Utilizando una fórmula sacada de una de estas revistas británicas, Eastman comenzó a fabricar emulsiones de gelatina.
Trabajaba en el banco durante el día y experimentaba en la cocina de la casa de su madre durante la noche. Su madre decía que algunas noches Eastman estaba tan cansado que no podía desvestirse, así que dormía directamente sobre una manta en el suelo al lado de la estufa de la cocina.
Tras tres años de experimentos fotográficos, Eastman dio con una fórmula que funcionaba. En 1880, no sólo había inventado una fórmula de placas secas, sino que había patentado una máquina para preparar grandes cantidades de placas. Rápidamente se dio cuenta de las posibilidades de fabricar placas secas para venderlas a otros fotógrafos.
El nacimiento de una compañía

En abril de 1880, Eastman alquiló el tercer piso de un edificio de State Street en Rochester y comenzó a fabricar placas secas con la intención de venderlas. Una de sus primeras adquisiciones fue un motor de segunda mano que compró por 125 dólares. "En realidad, sólo me hacía falta una potencia de un caballo de vapor", recordaba después. "Este motor tenía dos caballos de vapor, pero pensé que quizá el negocio se ampliara y pudiera necesitar un motor de esta potencia con el tiempo. Merecía la pena correr el riesgo, así que lo hice".
A medida que su nueva compañía iba creciendo, iban surgiendo también los problemas, afrontando algunas situaciones de crisis como una vez en la que los proveedores estropearon las placas secas. Eastman las retiró y las sustituyó por otras con la calidad establecida. "El arreglo de esas placas se llevó nuestro último dólar", dijo. "Pero nos quedó lo más importante: la reputación".

La primera oficina de Eastman estaba
en el tercer piso de este edificio
de State Street, en Rochester.
"Caí en la cuenta poco a poco", comentó después, "de que lo que hacíamos no era solamente placas secas, sino que estábamos convirtiendo la fotografía en algo cotidiano". O como lo describió más sucintamente, "consiguiendo que la cámara sea tan práctica como un lápiz".
Los experimentos de Eastman estaban orientados a buscar un soporte más flexible y ligero que el cristal. Su primera propuesta fue aplicar una capa de emulsión fotográfica sobre papel y después cargar el papel en un portarrollos. El portarrollos se utilizaba en las cámaras fotográficas de gran tamaño en lugar de los soportes de las placas de cristal.
Los primeros anuncios de películas en 1885 declaraban "pronto se presentará una película sensible que, en nuestra opinión, se convertirá en el sustituto económico y práctico de las placas secas de cristal, tanto para el trabajo en exteriores como en el estudio."
Este sistema de fotografía que utilizaba un portarrollos tuvo un éxito inmediato. Sin embargo, el papel como base para la emulsión no era un soporte del todo satisfactorio, porque era bastante probable que el grano del papel apareciera en la fotografía.
La solución de Eastman fue revestir el papel con una capa de gelatina lisa y soluble y otra capa de gelatina insoluble y sensible a la luz. Después de la exposición y el revelado, la gelatina con la imagen se desprendía del papel, se transfería a una lámina de gelatina clara y se aplicaba encima una capa de colodión, una solución de celulosa que formaba una película flexible y resistente.
A medida que perfeccionaba la película transparente en rollo y el portarrollos, Eastman cambió el enfoque de su trabajo y estableció la base sobre la que sostendría el éxito que alcanzó en la fotografía para aficionados.
Más adelante dijo: "Cuando comenzamos con el plan de fotografías en películas, pensábamos que todos los que usaban placas de cristal cambiarían rápidamente a utilizar las películas. Pero nos encontramos con que los que lo hicieron fueron relativamente pocos. Para hacer crecer el negocio, teníamos que llegar al público general".
Publicidad

La relevancia que otorgó Eastman a la publicidad, tanto para la compañía como para el público, no tenía límites. Los primeros productos Kodak se anunciaron en periódicos importantes y diarios, con anuncios escritos por el propio Eastman. Eastman acuñó el eslogan "Presione un botón, nosotros hacemos el resto" cuando presentó la cámara Kodak en 1888, y en menos de un año, el eslogan se convirtió en una frase conocida. Tiempo después, gracias a la labor de directores y agencias de publicidad que pusieron en práctica sus ideas, el mensaje de Kodak aparecería en revistas, periódicos, anuncios y vallas publicitarias.
Kodak comenzó a ocupar espacio en las exposiciones mundiales, y la "Chica Kodak", con su estilo de ropa y con una cámara que iba cambiando cada año, sonreía con encanto a los fotógrafos de todas partes. En 1897, la palabra "Kodak" comenzó a brillar en un anuncio luminoso de Trafalgar Square en Londres, uno de los primeros anuncios de este tipo.


Uno de los primeros anuncios con el eslogan acuñado por Eastman.
Actualmente, los anuncios de la compañía están en todo el mundo y la marca Kodak, acuñada por el propio Eastman, es conocida por todos.
La palabra "Kodak" se registró como marca comercial por primera vez en 1888. Se especula sobre el nacimiento de este término, en cómo se originó el nombre. Pero la simple realidad es que Eastman lo inventó de la nada.
En su momento explicó: "Concebí el nombre yo mismo. La letra "K" siempre había sido mi favorita; me parece una letra fuerte, incisiva. Fue cuestión de probar un gran número de combinaciones de letras que generaran palabras cuya primera y última letra fuera la K y la palabra Kodak fue el resultado". Todo el mundo reconoce el característico amarillo distintivo de Kodak, seleccionado por Eastman y uno de los atractivos más valorados de la compañía.
Gracias a la brillante genialidad de Eastman, cualquiera puede ahora tomar fotografías con una cámara de mano con sólo pulsar un botón. Nos convirtió a todos en fotógrafos.
Beneficios para los empleados

Además de su brillante genialidad, Eastman mezcló cualidades humanas y democráticas, con una previsión admirable, para la creación de su empresa. Creía que los empleados debían tener algo más que buenos salarios, una forma de pensar que se situaba muy por delante de la tendencia de los empresarios de su época. Cuando acababa de crear su empresa, Eastman comenzó un plan de "dividendos sobre los salarios" para los empleados. Su primera acción, en 1899, fue la distribución de una cuantiosa suma de su propio dinero (indiscutiblemente, un regalo) a cada persona que trabajaba para él.

Fabricación de una cámara a finales del XIX (década de los 90).
Más tarde, estableció el dividendo salarial, por el que cada empleado obtenía un beneficio adicional a su salario en proporción al dividendo anual de la compañía. El dividendo salarial supuso una novedad y representó gran parte de la distribución de las ganancias netas de la compañía.
Eastman pensaba que la prosperidad de una empresa no se debía necesariamente a los inventos o patentes, sino a la buena disposición y lealtad de los empleados, que a su vez, mejoraba según se compartieran los beneficios.
En 1919, Eastman cedió a sus empleados un tercio de sus participaciones en los valores de la compañía, un montante de diez millones de dólares de la época. Pero todavía llegaría el cumplimiento de lo que él consideraba una responsabilidad hacia los empleados: el establecimiento de pensiones, seguros de vida y programas de prestación por discapacidad. Con estas ventajas y el dividendo salarial, los empleados podían mirar al futuro con confianza y seguridad.
Carl W. Ackerman, biógrafo, escribió en 1932: "Eastman era un gigante de su época. La filosofía social que puso en práctica para levantar su empresa no sólo se adelantaba a la forma de pensar de su época, sino que transcurrirían años hasta ser reconocida y aceptada de forma general".
Cesión de su fortuna
Eastman es tan conocido por su filantropía como por su trabajo pionero en la fotografía. En este campo, como en otros, puso en marcha el dinamismo de un entusiasta aficionado.
Comenzó a realizar donativos a instituciones sin ánimo de lucro cuando su salario era de 60 dólares a la semana. Uno de ellos, fue un donativo de 50 dólares al entonces recién creado Instituto de Mecánica de Rochester, hoy en día el Instituto de Tecnología de Rochester, que por aquella época no pasaba por su mejor momento.
Era admirador del MIT (Massachusetts Institute of Technology) ya que había contratado a algunos de sus antiguos alumnos que, más tarde, se convertirían en sus mejores ayudantes. Tras un cuidadoso estudio, esta admiración se tradujo en un atractivo donativo al instituto, que con el tiempo alcanzó los 20 millones de dólares. La cantidad la donó de forma anónima un tal señor Smith, con cuya identidad misteriosa se especuló durante varios años, llegando incluso a aparecer en una canción popular entre los estudiantes del instituto.
Eastman también mostraba interés por las clínicas dentales. Desarrolló planes completos y aportó una ayuda económica de 2,5 millones de dólares a una clínica dental en Rochester. Posteriormente, comenzó un programa de prevención dental a gran escala para niños. Se crearon también clínicas dentales con donativos en Londres, París, Roma, Bruselas y Estocolmo.
Cuando le preguntaron por qué apoyaba a las clínicas dentales, contestó: "Consigo más resultados que con cualquier otro programa filantrópico. Los datos médicos revelan que los niños tendrán más éxito en la vida cuanto mejor sea su aspecto, su salud y energía si se cuidan los dientes, la nariz, la garganta y la boca en la época crucial de la infancia".
Eastman amaba la música y quería que los demás gozaran de su belleza y del disfrute que producía el escucharla. Estableció y apoyo la Eastman School of Music, un teatro y una orquesta sinfónica. "Es muy fácil dar trabajo a músicos con talento. Es imposible comprar la apreciación por la música. Sin embargo, si no existe un gran número de personas que disfruten con la música, cualquier intento de desarrollar los recursos musicales de una ciudad está condenado al fracaso", dijo. Así que su plan incluía una fórmula práctica para exponer al público a la música; plan cuyo resultado ha sido el apoyo por parte de la población de Rochester a su propia orquesta filarmónica durante décadas.
El interés que Eastman tenía en los hospitales y las clínicas dentales creció con sus estudios sobre estas materias. Promovió y llevó a buen término un programa para desarrollar una escuela médica y un hospital en la Universidad de Rochester, que llegó a ser tan conocido a nivel nacional como la escuela de música de la universidad. Rochester cuenta con numerosos puntos de referencia a Eastman, que contribuyen al enriquecimiento de la vida de la comunidad.
Su sincera preocupación por la educación de los afroamericanos se vio traducida en donativos a los institutos de Hampton y Tuskegee. En 1924, Eastman firmó una cesión de 30 millones de dólares a la Universidad de Rochester, al Instituto de Massachusetts, Hampton y Tuskegee. Cuando posó la pluma tras la firma dijo, "Ahora me siento mejor".
A la hora de explicar estos grandes donativos, decía, "El progreso del mundo depende casi enteramente de la educación. He seleccionado un número limitado de beneficiarios porque quería cubrir cierto tipo de educación, y pensé que podía conseguir resultados más rápida y directamente con ellos que con el dinero a largo plazo".
Eastman a menudo hacía que el beneficiario, de alguna manera, participara con la misma cantidad de su donativo, con el fin de que la institución supiera que podría valerse por sí misma. Para él, cuanto mayor era la riqueza, mayor era la oportunidad para ser útil.
Horas de ocio

Eastman era bastante evasivo y evitaba la publicidad. Parece paradójico que existan menos fotografías del hombre cuyo nombre es sinónimo de fotografía que de otros líderes destacados de su época. Podía caminar por las principales calles de Rochester sin que nadie le reconociera. Eastman vivía acorde a su filosofía, "Lo que hacemos durante las horas de trabajo determina lo que tenemos; lo que hacemos durante las horas de ocio, determina lo que somos". En los negocios era exigente, duro y práctico, pero en casa y en su tiempo libre, era dulce y agradable.

George Eastman relajado en su biblioteca.
En sus primeras visitas a Europa visitó las galerías de arte metódicamente e incluso se trasladaba en bicicleta de una a otra. Cuando llegó el momento en el que pudo permitirse la compra de obras de arte, había aprendido lo suficiente como para decir, "Nunca compro un cuadro hasta que no he vivido con él en mi casa". El resultado: su hogar se convirtió en un lugar de interés turístico en el que se mostraba la más exquisita colección privada de obras de arte.
La visión de un pionero
Fue un hombre modesto, sin pretensiones... un inventor, un mercader, una persona con visión de futuro, un filántropo y un defensor de la integración.
Eastman se quitó la vida el 14 de marzo de 1932, a la edad de 77 años. Eastman, con una discapacidad cada vez más acusada resultante de un endurecimiento de las células de la médula espinal inferior y sintiéndose cada vez más frustrado por la incapacidad de mantener una vida activa, comenzó a organizar sus asuntos personales preparando su muerte.
"Eastman se convirtió en un factor formidable para la educación del mundo moderno", destacaba una editorial del New York Times tras su muerte. "Cedió una gran cantidad de las ganancias que obtuvo con sus empresas a causas benéficas; fomentó la música, donó fondos para el aprendizaje, apoyó a la ciencia en sus investigaciones y a la enseñanza, trató de promover la salud y de combatir las enfermedades, ayudó a los más desfavorecidos en su lucha hacia la luz, convirtió su propia ciudad en un centro de arte y glorificó a su propio país ante los ojos del mundo".

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