domingo, 5 de agosto de 2012

el irlandes

2011. irlanda. 96 minutos. policiaca. director: jhon macdonagh. intepretes:  brendan gleeson, don cheadle, liam cuningham, david wilmot, rooy keegan.
sinopsis: Una comedia negra traviesa e impúdica que sabe adónde va y cómo llegar y que da al veterano actor Brendan Gleeson uno de los papeles más sabrosos de su carrera

Cuando terminé de ver la película de John Michael McDonagh me pregunté por qué no se había atrevido a arriesgar más o intentar salirse del molde y tiesto sobre el que quiere dar una versión cómica y supuestamente diferente. En el mismo año el que se ha estrenado “Attack The Block” un filme como “The Guard” acaba sabiendo a poco. Es una pena que una película que inicialmente apuntaba a ser una nueva “Hot Fuzz” acabe perdiendo interés y toda la gracia que ofrecía un gran personaje principal. Y es precisamente la presencia de Brendan Gleeson lo que impulsa la propuesta a pasar desapercibida.

“The Guard” tiene graves errores como dar calado dramático a un personaje que parece no tomarse nada en serio. Así, se incluye una trama sentimentaloide proporcionada por la madre del protagonista y una enfermedad terminal. Pero la guía y senda era otra: una buddy movie con personajes enfrentados. Mientras que Gerry Boyle se muestra como un irlandés racista su ‘compañero’ es un afroamericano del FBI. El humor parece conducirse sobre las asperezas entre ambos y la filosofía de la vida del personaje. Pero me parece que no funciona porque no responde a lo que invitaba su propuesta inicial. La trama principal sobre traficantes de drogas y sobornos parece anular el posible humor en vez de favorecerlo y “The Guard” acaba siendo una previsible cinta sobre la honradez de sus protagonistas. Y precisamente Gerry Boyle no es ni pretende ser un héroe, ni siquiera nuestro particular, cómico y socarrón héroe.

 Definitivamente "The Guard" era un film hecho a medida de Brendan Gleeson, el famoso actor irlandés. Es en la mordacidad de su carácter, en sus diálogos con Wendel (Don Cheedle, que además hace de productor) donde radica la chispa de la película.
El choque de culturas entre el detective afroamericano del FBI y el sargento dan lo más sabroso. Hay escenas donde uno desaría que a los creadores de "Torrente" se les hubiera ocurrido un humor tan inteligente como el de los diálogos de "The Guard". Pero claro, eso de hacer humor y de que aparezcan citas de Bertrand Russell y Dylan Thomas..., eso en España no va a pasar...
La otra cuestión que se agradece es la autoironía con que se contempla el conservadurismos de Irlanda, como cuando todo un pueblo se niega a hablar en inglés al agente Wendel, o cuando un niño ríe ante la ocurrencia de matar protestantes (sic.), o cuando el sargento señala su sorpresa al ver vendedores de drogas que no sean mexicanos o negros (sic.). Esa mordacidad que hace reír al tiempo que nos duele es otro de los aciertos.
El problema viene con el guión: la historia prácticamente sigue punto por punto las típicas "buddy films", donde tenemos a la ya clásica pareja de polis en su tradicional periplo por llevarse bien y solventar el caso.
Película divertida, no obstante. Para aquellos que sepan inglés es decididamente recomendable ver las diferencias culturales que revela la versión original.
 Brendan Gleeson encarna a Gerry Boyle, uno de esos personajes cuyas características conquistan la pantalla. Un peculiar policía de un pequeño pueblo, racista, aficionado a las putas, el alcohol y no muy distanciado de las drogas, con una forma de trabajar más propia de un Sheriff del Lejano Oeste que de un agente contemporáneo, y que de la noche a la mañana se ve inmerso junto al FBI en una descomunal operación contra el narcotráfico internacional. Ópera prima de John Michael McDonagh (guionista de “Ned Kelly: Comienza la leyenda”, 2003) en la que se nota mucho más acierto del que podríamos esperar de un director novel.

Aunque el pilar fundamental de la película es la completa descripción del protagonista, las formas del realizador se palpan en la creación de la deprimente atmósfera sobre la que se inyecta una exquisita dosis de un humor letrado, inteligente, trabajado, que rehuye el mal gusto pese a la tosquedad de su personaje principal. Estos son los principales puntos que nos hacen ver en “El irlandés” una comedia distinta, divertida, muy interesante, que logra disimular el gran pero que supone haber elaborado su parte de thriller sobre la base de una historia que ya hemos visto muchas veces y cuyos patrones más básicos pueden palparse fácilmente.

Aún con ello, se notan los esfuerzos de la realización en crear un producto auténtico, que no cae en lo pretencioso ni recurre a los típicos artificios que buscan llegar al espectador por la vía fácil. El director se la juega y pese a que, insisto, trabaja sobre una base convencional que no está exenta incluso de algún vicio inocente, es fiel a su apuesta y la película mantiene durante casi toda su duración la firmeza que el realizador ha impuesto para llegar al resultado que él quería conseguir.

Sumado esto a la gran interpretación de Brendan Gleeson (“El invitado“, 2012) y el buen apoyo del siempre agradecido Don Cheadle (“Los amos de Brooklyn“, 2009), sin olvidarnos del inestimable malo de rigor encarnado por todo un especialista en la materia (Mark Strong, “Sherlock Holmes“, 2009) y la corrección del resto del reparto, se tiene como resultado una original comedia negra cuyo máximo aliciente es el retrato de la personalidad de su solitario protagonista y la irónica relación que mantiene con el agente del FBI, quedando en segundo plano todo aquello relacionado con la operación policial.

El característico y agradable grupo estadounidense Calexico se encarga de la cara musical de la película, que contribuye a crear ambientes cercanos al western en un puñado de escenas orientadas hacia ese género.
 Divertida, hasta la carcajada, la ópera prima del irlandés John Michael McDonagh que nos trae reminiscencias de otra cítrica comedia de hace tres años, en la que por cierto aparece también el sólido Brendan Gleeson, y que se tituló: "Escondidos en Brujas".

En algún lugar de la Irlanda rural un sargento de la policía, bastante atípico, padece una interrupción en su monótona y placentera vida al verse obligado a colaborar con un agente del FBI, llegado expresamente de los USA para interceptar un cargamento de cocaína que llegará a las costas en las que sestea nuestro amigo.

Si bien este proyecto, imaginado por el propio director, tiene algún lógico desajuste típico de primerizos, su resultado global es bastante satisfactorio. Aunque en sus inicios parece que la cosa va a ir de ingeniosos chistes disparados sin excesivo criterio, la película crece y en algunos momentos, apoyada en las anchas espaldas de el guardia, sobrepasa victoriosamente la meta de la risa terapéutica.
A destacar también la aportación de los actores secundarios que parecen grabados con cincel, más que con tinta, en el guión: un fotógrafo amateur con olfato de sabueso (¿guiño al "El ojo público"?), un mini-centauro irlandés: mitad niño, mitad bicicleta y rebosante de información, unos narcotraficantes que hablan de Nietzsche y Bertrand Russel con toda naturalidad, galeses que desconocen el inglés.....
Conveniente verla para disipar a golpes de ja, ja, ja, los días inciertos que estamos padeciedo; aunque, para que no falte de nada nos brida también momentos de ternura y nostalgia.
 Irlanda es verde, muy verde, y no sólo por ser el color que los representa en eventos deportivos o en festejos cerveceros en honor a un santo, sino por el color de su paisaje, resplandeciente como compensación a un cielo gris y lluvioso que oscurece sus días durante todo el año.

Como llueve mucho, los irlandeses no salen tanto como los españoles y, si lo hacen, un destino habitual son los pubs, donde compartir una Guinness con unos colegas es, prácticamente, estar como en casa. Allí es donde puedes encontrar al sargento Gerry Boyle (Brendan Gleeson), protagonista de la película El irlandés, a quien un caso de tráfico de drogas con bastante dinero en juego se le pone por delante en una pequeña localidad llamada Connemara. Y digo se le pone por delante porque este humilde policía tiene las cosas claras, y con alguien así, es difícil pelear.

Su compañero en la aventura no es otro que un agente del FBI llamado Wendell Everett (Don Cheadle), que es incapaz de comprender la idiosincrasia del pueblo irlandés y, en concreto, de su compañero y anfitrión Boyle. Éste se erige pronto como incontestable protagonista a base de mostrarse puro, tal y como es, un escaparate de defectos tras cuyos cristales se alojan gratas y divertidas sorpresas.

La película se pasa volando y, a pesar de la falta de originalidad del argumento, la historia nos pesca usando como cebo un personaje coherente que encaja a la perfección en su ámbito de vida y trabajo. Parece que el carácter de la película es el carácter de los irlandeses, directos, cotidianos, sin tapujos, sin complejos, y con las ideas sencillas y claras. Y así es Boyle, y así choca con él el americanísimo Everett. No tiene mucho más la película, pero tampoco le hace falta.

¿He dicho ya que Irlanda era verde? Dicen que la esperanza también. Por eso, sin desvelar el final de la película, digo que, tras verla, tengo ese sentimiento, y también lo albergo para que ésta sea sólo la primera de una serie protagonizada por Gerry Boyle. Gran personaje donde los haya.
 John Michael McDonagh puede estar contento con su ópera prima. No solo con el reparto con el que se ha hecho ni con los importantes premios a los que ha sido nominada en una sola categoría. Y es que seguro que con esta divertida comedia, a partir de ahora más de uno vamos a estar atentos a sus próximos trabajos. Muchos la comparan con Escondidos en Brujas y pese a ser cierto que tiene similitudes, esta que nos ocupa me parece estar un peldaño por debajo.

Brendan Gleeson ofrece un papel que bien hubiera merecido algún premio, encarnando a un policía sin pelos en la lengua al que le toca impartir la ley en una región donde nunca pasa nada. De repente, tiene lugar un asesinato y las sospechas de que pueden andar cerca unos famosos y peligrosos narcotraficantes, por lo que tendrá que lidiar entre otras cosas con agentes federales, con Don Cheadle como cara más visible del citado cuerpo.

La historia es bien simple y la fuerza del film reside en sus originales y divertidos personajes (aparte de los dos mencionados, todos los secundarios están a la altura, destacando las apariciones del villano por excelencia de UK como es Mark Strong) y los ingeniosos diálogos en tono de comedia negra y cargados de acidez y sarcasmo. Mencionar también su cuidada atmósfera y el constante tono de parodia, ya no solo del género sino de Irlanda y sus gentes.
 inclasificable, thriller cómico? poliaca cómica? quién sabe, el caso es que es entrañable, melancolica, hilarante, y con una actuación de brendan gleeson, para recordar durante mucho tiempo, con la mierda que hay ahora en cartelera, nos llega esta refrescante película desde irlanda, muy pero que muy recomendable.

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