miércoles, 22 de agosto de 2012

un escalofrio en la noche

1971. usa. director: clint eastwood. intriga-drama. reparto: clint eastwood, jesicca walter, donna mills, john larch. 101 minutos.
sinopsis: Dave Garland (Clint Eastwood) es un popular locutor de radio de California que en su programa recibe frecuentes llamadas de una mujer. Garland decide citarse con la propietaria de la misteriosa voz, Evelyn, en el pub que ella suele frecuentar, Pero Evelyn no es la dulce mujer que parece y, ante el rechazo de Garland, éste deberá de enfrentarse a la violencia de Evelyn, que no duda en amenazar y perseguir a la novia de Garland y a él mismo.

 Como si de un lamento o soterrada confesión se tratara, “Escalofrío en la noche” viene a ser una peli —si no autobiográfica— sí, al menos, muy cercana a una especie de radiografía novelada de lo que fue durante su juventud Clint Eastwood: un pichabrava irredento. O lo que es lo mismo, un tipo que se las cepillaba todas. Y si no todas, las que le daba la gana, vamos.

El peligro que conlleva ser un pichabrava radica, sin embargo, en que los ligues, a veces, pueden encapricharse de uno y hacerle la vida imposible. Como le ocurre al personaje interpretado por Clint y como le ocurre, por ejemplo, a Michael Douglas en “Atracción fatal”. Una peli que bebe cien por cien de ésta y que demuestra que cuando Adrian Lyne iba, Clint volvía.

Siete merecidas estrellitas, pues, para una opera prima a la que le perdono su previsibilidad, sus fallos en el montaje y la incontestable evidencia que Evelyn es un cardo borriquero de aúpa porque me parece una peli apabullantemente sincera, porque me parece tensa e inquietante hasta decir basta y porque incluye, por si fuera poco, uno de los mejores temas de la historia de la música romántica: “The first time ever I saw your face”, de Roberta Flack.
 “Escalofrío en la noche” fue un hito en la carrera cinematográfica de Clint Eastwood. Fue la primera película en la que participó como protagonista y director. Don Siegel le convenció para que probase suerte y firmó su tarjeta de admisión en el gremio de directores.

Siegel, que interpretaba el papel de el camarero Murphy, estaba tan nervioso en su nueva función delante de la cámara como Eastwood lo estaba detrás de ella.

“Escalofrío en la noche” es un perfecto ejemplo de la economía de que Eastwood hace gala como realizador. La película fue filmada en 4 semanas y media, sin que hubiera que hacer una sola toma en ningún estudio. Aun así, el presupuesto total fue de sólo 750.000 dólares. El filme se rodó en el area californiana de Carmel-Monterey, donde Eastwood había nacido y vivido durante varios años (posteriormente mostraría en público sus ideas fachas presentándose como alcalde de esta misma ciudad y ganando). Algunas secuencias fueron filmadas en el festival de Jazz de Monterey. A pesar de que las referencias a filmes como “Cara de ángel” o “Psicósis” son a veces demasiado evidentes, Eastwood elaboró un film notablemente tenso, a veces incluso aterrador, que caló inmediatamente entre el público.

El uso que Eastwood hizo del montaje rápido y las tomas realizadas desde el helicóptero de la península al atardecer daban al film una atmósfera de belleza y al mismo tiempo de terror. El diálogo es fluido y muy realista. Eastwood ofreció una de sus mejores interpretaciones. Su retrato de un hombre tranquilo llevado hasta el límite por una relación extraña fue perfecto. También dejó claro que su talento interpretativo está lejos de ser limitado. Su trabajo de dirección fue impresionante y le reportó un merecido éxito.

Clint Eastwood hace su debut como director con “Escalofrío en la noche”. Después de un comienzo algo lento, demuestra que sabe manejarse bien a ambos lados de la cámara.

Este thriller contemporáneo mantiene la atención durante casi toda su duración. Jessica Walter hace una interpretación tan convincente en su papel de mujer posesiva y obsesionada que al espectador le entran ganas de estrangularla. Tras el pequeño descanso que Eastwood nos deja añadiendo unas secuencias del festival de Jazz de Monterey, Clint juega su mejor baza cuando retoma los hilos de la historia y la lleva hasta su violento climax.

Este thriller destaca por su estudio de la obsesión psicótica.
 Comenta el colega de 'El País': "curioso debut de Eastwood". Y añade: "notable, aunque tenga sus fallos". Y tanto. Pero aclaremos algo: yo no diría de una cinta que es notable pareciéndome curiosa. No hay por donde cogerlo. Decir que algo es curioso es como cuando te preguntan qué tal esta o aquella chica y tú, que te conoces bien por dónde van los tiros, respondes con un llano y vago "es mona ella". Y una mierda, lo que es es un cardo, dilo alto y claro y no me vengas con rodeos que no conducen a nada. Hecha, pues, la introducción y habiendo enseñado la patita, procedo a argumentar un poco, sin pasarme, que el coco me lo tiene prohibido en exceso...

El suspense, comienzo, es absolutamente nulo. Aquí de intriga nada. Y sé que esto es fácilmente rebatible, pero tengo mi porqué: lo que uno quiere, lo que uno anhela, desea, ruega que ocurra durante toda la cinta, es decir, la razón de su desazón y su continuo escozor de cataplines no es otra cosa que ver muerta y descuartizada de una putísima vez a la asquerosa gilipollas que se le cuelga a nuestro prota, un eastwood que perdió la mayúscula en su nombre el mismo día que no se percató de la que se le venía encima. Y no sólo eso, sino que volvió a caer y obvió las continuas señales y alarmas de incendio y crisis mundial, de hecatombe interplanetaria, que la zorra de la Walter (así se llama el bicho) lanza cada maldita vez que mira a cámara, abre la boca, sonríe, parpadea, qué sé yo, cada vez que le da por respirar. Pide a gritos muerte. El prota, por tanto, es un pelele sin carácter y nos la han metido doblada con el casting.

Digo esto porque inspirar sensaciones del tipo que sean con personajes tan descaradamente exagerados como el del bicho (por favor, ¿de verdad os la follaríais?) es, no sólo fácil, sino un recurso de principiante que a mí, ya digo, tensión me infunde poca, ahora que las ganas de asesinar son inconcebibles. De ahí que el visionado no sea más que una forma de agriarme sin necesidad hasta que ocurra -o no- lo que todos esperamos y deseamos. Porque, aclaremos otro algo, aquí méritos cinematográficos tenemos pocos, cinta correcta y gracias, ni la música me gusta (la odio, de hecho) ni me parecen de recibo tantos primeros planos a los ojos buscando la sorpresa ni mucho menos disfruto con ese coitus interruptus (si aquí hubiera habido coito) que es la parte musical y/o amorosa rollo almíbar en plan documental... chorrada es poco.

Por lo demás, eastwood recobraría su buen nombre, esto es, con su mayúscula, muy poco después, así que tan mal no le fue. Aquí nadie pone en duda su talento. Sólo faltaba.
 El maestro Eastwood debuta como director en esta inquietante y sombría película que apuntaba ya que el que fuese uno de los más reconocidos actores de westerns y películas policíacas iba a convertirse en uno de los mejores directores de la actualidad.

Sin alardes ni excentricidades, Eastwood se dirige a sí mismo y a una fantástica Jessica Walter en una angustiosa película que te mantiene en tensión y llega a acojonarte vivo, gracias al acierto del director, que consigue que vivas la historia casi como uno más de sus personajes. Un soberbio montaje hace de la película un ejercicio lleno de ansiedad que en ningún momento deja de ser creible pese a lo (digamos) poco común de la situación.

Eastwood está correcto en el papel de canalla con frases lapidarias (el que ha desarrollado en la mayor parte de su carrera) y cumple su cometido a la perfección en un papel que le va como anillo al dedo. Pero si hay que destacar a alguien en el apartado interpretativo, sin duda es a una Jessica Walter a la que no se le puede poner ningún pero. Perturbador personaje, como pocos en el cine (recuerdo ahora a la Catherine Keener de 'An american crime') el que construye Jessica Walter que hace de psicótica tan bien que llegas a pensar que, o en la vida real és así o Bette Davis por fin encuentra una actuación a su altura.

El gran acierto de la película es el de no conformarse con la gran actuación de Jessica Walter, sino además hacer de su personaje alguien creible. Por muy bien que lo hiciese la actriz, sus actos fuesen absurdos, la cinta perdería calidad (ver 'El cabo del miedo'). Pero aquí todo está al nivel de lo que le rodea. Eastwood hace un buen trabajo delante de las cámaras y uno fantástico detrás de ellas en su ópera prima y Jessica Walter construye un personaje memorable al que ninguno de nosotros quisiera conocer. Duro, sombrío, perturbado, inteligente, violento, obsesivo y creible. Aprende, Max Cady.
 Ópera prima del gran Clint Eastwood en lo que a dirección se refiere. Basada en un relato de Jo Heims, “Escalofrío en la noche” es un thriller de suspense en el que un locutor de radio local se ve acosado por una peligrosa oyente, hasta el punto de que su vida y la de sus personas cercanas comienza a correr peligro.

Podríamos destacar tres grandes influencias en esta película. Por un lado, Eastwood se convirtió en heredero de ese fantástico pulso narrativo que Don Siegel sabía conferir a sus películas. Por otro, las reminiscencias con respecto a “El seductor” son más que evidentes. Y, en tercer lugar, el gusto del protagonista por el jazz queda patente en toda la producción. Aunque sería injusto obviar la influencia hitchcockiana, ya que algunas secuencias dramáticas guardan cierta similitud a la archifamosa “Psicosis”.

En cuanto al elenco, tenemos al señor Eastwood muy propio en un rol diferente al que suele encarnar (nada que ver con Harry el Sucio). Aunque si alguien destaca de todo el reparto es Jessica Walter; se mete tan de lleno en su psicótico papel que haría palidecer a la mismísima Glenn Close (de hecho “Atracción fatal” es una copia descarada de este filme). Es aquí donde Eastwood comenzó a demostrar ese don que tiene para trabajar con los actores. En concreto, la mencionada intérprete nunca volvería a repetir una actuación similar, quedando casi relegada al mundo de la televisión. Como curiosidad mencionar que Don Siegel aparece brevemente como secundario, sin duda un sentido homenaje en forma de gratitud de Eastwood hacia su maestro.

Así pues, Clint Eastwood logró salir más que airoso de su primera experiencia tras las cámaras con esta película, en la que uno llega incluso a pasar miedo, sobre todo por lo impredecible de la malvada protagonista femenina. Demostró dominio de la cámara, sobriedad narrativa y capacidad para sacar el máximo de sus actores, algo que muchos realizadores no logran dominar en toda su carrera. Así comenzó la leyenda de quien posteriormente sería calificado como uno de los grandes clásicos del cine.
 n 1971 pocos podrían aventurar en lo que se convertiría la filmografía de Clint Eastwood tras ver su ópera prima, por lo que tampoco me atreveré más de cuarenta años después a tratar de descubrir las virtudes de su cine ocultas en su primer largometraje tras las cámaras. No en vano, Play Misty For Me -traducida de aquella manera en España, como era tan habitual en la época- si muestra alguna de las inquietudes que veremos desarrolladas más adelante, como su apego por los personajes atormentados y su pasión por la música (el festival de Jazz de Monterey forma parte de la trama), aunque finalmente sus propósitos sean más de aproximación que aproximados. El resultado es a todas luces el de una obra primeriza, con todos los defectos que ello conlleva, pero al mismo tiempo es una película impulsada por una extraña lucidez, Clint sabe lo que quiere contar pese a no dominar aún cómo hacerlo. Es más, lejos de filmar una película académica o de corte clásico como podría presuponerse, rueda un film moderno, transgresor, hijo de su época y de su tiempo, precursor de un cine de terror que eclosionaría en los 80 y deudor del Hitchcock más esquizofrénico. Toda una rareza digna de revisión.

Apoyado por su mentor Don Siegel (que tiene un pequeño papel como camarero) Eastwood no solo dirige, también se otorga el papel protagonista, salvo que en esta ocasión no va armado de un rifle sino de un micrófono, dando vida al locutor de un conocido programa de radio por el que se obsesionará una oyente, la misma que todas las noches llama a la emisora para que le dedique una canción (“Play Misty for me” le dice, de ahí el título) y de la que se arrepentirá de haber conocido al convertir su vida en una pesadilla. La extrañeza y sugestión provienen al encontrar al Clint actante en una narración en la que no es el elemento activo de la trama, no ejerce la acción, es más, al contrario, es el personaje pasivo que sufre los ataques psicóticos de una Jessica Walter que encarna la locura en su más cruda esencia. En términos de semiótica el suyo no es, como nos tiene acostumbrados, el sujeto que salva al pueblo -y por ende la película-, tampoco el donador que encarna unos admirables valores, es el propio objeto por el que se desencadena la trama, uno oscuro y de deseo que le llevan a sufrir en sus propias carnes el horror que su propia imagen genera cuando cruza al otro lado del espejo.
 “Escalofrío en la Noche” supuso el debut de una brillante carrera del director y actor Clint Eastwood, cuya trayectoria como realizador supera con creces la de actuación. En su opera prima, el realizador de “Gran Torino” interpreta a un locutor de radio que es acosado por una mujer que es admiradora suya y con quien llega a tener una aventura. Lo que en un principio se convierte en una molestia por su exagerada intervención y pesadez en su vida, poco a poco se convertirá en toda una pesadilla cuando los más cercanos de la vida del locutor deberán proteger sus vidas por el acoso de la admiradora del locutor.

Puede que algunos consideren que su planteamiento en estos momentos ya esté demasiado usado, pero hay que tener en cuenta de que estamos hablando de una película de 1971, donde todavía no era muy común hacer este tipo de películas. Pese a ser su primer trabajo como director, Eastwood sabe dominar como nadie el thriller. Sabe dotar a su obra de una gran inquietud y de poderoso magnetismo, lo cual hace que el film se haga altamente interesante a los pocos minutos de su inicio. Y no únicamente hablamos de un inicio brutal, sino que el realizador consigue mantener el pulso y un vigoroso ritmo narrativo hasta el final, sin caer en tópicos, y manteniendo un nivel de tensión más que generoso.

Otro punto no menos atractivo es su genial ambientación. Realmente le otorga un encanto especial al film, y aunque éste ya tenga casi cuarenta años, mantiene muy bien el tipo, su nivel visual y su desarrollo narrativo son impecables, no les pesan los años, superando en muchos aspectos a los thrillers de hoy en día. Lo que tiene el film de Eastwood que no tienen demasiados es que es muy intenso y atrayente, desde el principio hasta el final. En ningún momento baja la guardia y la calidad de la cinta se mantiene en un nivel muy alto en todo su desarrollo.

No se puede hablar de “Escalofrío en la Noche” sin hacer hincapié en sus actuaciones. Es sorprendente a la vez que muy bien recibido el cambio de registro en el papel de Eastwood, que hasta entonces de esta película, el actor sólo había demostrado sus dotes de tipo duro y de antihéroe, pero aquí le vemos por primera vez encarnando a un tipo de lo más normal, que trata de llevar su vida y cómo esta se ve perjudicada con la llegada de su acosadora. Tampoco se puede olvidar a Jessica Walter, que interpreta a la mujer que persigue a Eastwood, la actriz sabe plasmar muy bien el cambio de personalidad de una mujer aparentemente dulce y agradable en una maquiavélica pesadilla.
 No es la mejor película de Eastwood, pero no sólo tiene el mérito de ser su ópera prima (con notable éxito de público y taquilla), sino que también se le ha considerado precursora de este tipo de trama.
Eastwood consigue envolverte en esta intriga. El ritmo es el adecuado, el que esperas en un thriller en el que se intensifica la tensión. La temática (chico ligón conoce a chica, chica resulta ser una persona desequilibrada que se obsesiona por él, chico ve cómo se complica su vida, ….) ha sido muy utilizada…después. En este caso el mérito es que fue de las primeras. ¿Más puntos a favor? Los diálogos son frescos y la música es muy buena.

Eso sí, se nota mucho que es una película de los 70, por ejemplo, se muestran algunos estereotipos (hombre, mujeriego y dominante en las relaciones de pareja), también algunas escenas demasiado “rosas” (el protagonista con su pareja).

Pero se lo perdono, ya que en conjunto está bien, y en lo que respecta a esta sección es curioso ver un concierto de jazz de aquellos años (Festival de Jazz de Monterey).
la peli empieza lenta, y desconcierta ver al rubio, a harry el sucio, haciendo de un comenenas, que pone jazz en la radio... pero cómo va in crescendo, cuando conoce a evelyn, una tarada ejemplar, de los mejores ejemplos sobre obsesión y fama del cine. Es inquietante, agobiante, desde luego un debut como director de sobresaliente, y muy recomendable.

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