domingo, 12 de agosto de 2012

el terror en el espacio exterior

1958- usa. ciencia ficción. 69 minutos. dierctor: edward khan, reparto: marshall thompson, shilerley patterson, kim spalding, ann doran.
sinopsis: Una expedición anterior: sólo hallan al capitán, y el resto de la dotación ha desaparecido. Acusado de matar a sus compañeros, el hombre es apresado y conducido de regreso a la Tierra. Pero antes de despegar de Marte, una criatura se cuela en el interior de la nave y, a lo largo del viaje, comienza a diezmar a la tripulación…

Alien" en los 50. Eso es este filme. Un poco una versión de "El enigma de otro mundo" en un nave espacial.

Y la verdad es que la cosa se parece bastante a ratos:

Bicho que se cuela en nave...
Tripulante y bicho en conductos de ventilación...
Compuertas que se abren creando descompresión...

Pero claro: la CI-FI de la ápoca era ingenuo material B. Los actores no destacan, la nave es visualmente aburrida, el monstruejo invita a la pena, todo peca de teatral (a la fuerza ahorcan: low budget por cojones) y algunos clichés del cine de género del momento vuelven a darse, con lo que la cosa despierta simpatía, algún bostezo y poco más.

Lo mejor: La premisa y algunas ideas, obviamente copiadas por los creadores de "Alien".

Lo peor: Ingenua, barata, simple, repetitiva, plana, sin un HR Giger de por medio que le diera vidilla a las cosas...

En fin. Faltaban cerca e 30 años para que filmes así se empezaran a hacer como es debido.

Serie B de los años 50 de cuando la sci-fi brillaba con luz propia, aunque en algunos films mejor que otros. En este caso, este film es uno de los que da lustre al género, porque es seguramente uno de los mejores films de la sci-fi de su época, sin duda.
La historia en si ya tiene su aquel, y en más de un sitio he leído que el guión (Shusett y O´Bannon), que Scott utilizo para su archifamoso film “Alien, el octavo pasajero”, (1979), tiene su origen en la mezcla de este film, y otro italiano, “Terror en el espacio”, (Mario Bava, 1965). Sea o no sea cierto, el caso es que ambos films recuerdan, y mucho, al de Scott, y dejan una duda más que razonable en el aire.
La historia de un ser del espacio exterior, dentro de una nave espacial terrestre, diezmando uno a uno a la tripulación, y los supervivientes tratando de acabar con el monstruo, la verdad es que a estas alturas nos suena a todos…pero en aquellos años era absolutamente novedoso. Buen guión, correctas interpretaciones y decorados de cartón piedra y un actor con traje de monstruo, que bien se encarga el director de no mostrar excesivamente, ocultándolo debidamente con luz y neblinas, porque el presupuesto no daba mas de sí… y además esa técnica, le dio un halo más terrorífico al film.
El cineasta Edward L. Cahn (Cadáveres atómicos, 1955) autentico especialista en este tipo de productos dirige la película, en la que Marshall Thompson más tarde protagonista de la famosa serie para televisión, “Daktari”, (1966), lleva el papel principal. Le acompañan, Shirley Patterson, actriz que trabajo en el “Batman” de 1943, y la más conocida de todo el elenco Ann Doran, (Rebelde sin causa, 1955). Elenco por otra parte, salvando un par de rostros, bastante desconocido… e inexpresivo.
Gustara a todos los amantes al sci-fi, y a los estudiosos del género les entusiasmara por la novedad de ideas que luego han sido referentes en el género.
 Un guión interesante e innovador para la época, que tuvo mucho que ver en la concepción de la película “Alien” veinticinco años después. De hecho, se podría decir que son casi la misma película, a excepción de la peculiar forma de reproducción del Alien. Bien, a parte de este detalle, ¿cuál es la diferencia entre estas dos películas? Pues que Alien es una muy buena película y esta es mala, mala con ganas.

Realmente, pocas veces tendremos la oportunidad de volver a ver reunidos en un proyecto cinematográfico a un equipo de rodaje de este calibre. Todo un compendio de calamidades cuyo fruto es este despropósito de película. Y es que el cine llamado de serie B, no está reñido para nada con la calidad; véanse ejemplos como “La invasión de los ladrones de cuerpos” o “El increíble hombre menguante”, películas con una B como la copa de un pino, pero que son obras magistrales irrepetibles que llevan la palabra arte grabada en cada fotograma. Si hay algo que el cine nos ha enseñado es que las mejores películas surgen a raíz de un bajo presupuesto. Sin embargo, no es este el caso.

Me explico: actores insípidos y sin carisma, uso de cámara estático, impersonal y nada intuitivo, escenas largas, larguísimas en las que no pasa nada, diálogos aburridos, la historia de amor más innecesaria de la historia del cine, un monstruo que causa vergüenza ajena, escenas de supuesto clímax de acción, en las que no hay ni clímax ni acción, situaciones incoherentes e inverosímiles, escenarios construidos en el camarote de mi casa e iluminación realizada con la lámpara de mi mesilla y un gusiluz. Banda sonora, sin más.

En definitiva, una buenísima idea tirada a la basura por caer en las manos equivocadas. Solo recomendada para los amantes incondicionales de los films de serie B de ciencia ficción de los años 50 y ni eso. 
 Todos los libros de cine citan a esta película como una de las más claras y diáfanas influencias para Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) de Ridley Scott -la otra influencia cinematográfica suele ser Terror en el espacio/Terrore nello spazio (1965), de Mario Bava-.

Cuando se abordó la presente producción resulta evidente qué otra fuente estaba en mente de sus responsables: El enigma… de otro mundo (The Thing… from another World, 1951), de Christian Nyby y Howard Hawks. En este caso, a la claustrofobia de ambientación que suponía una base en el Polo Norte se reemplaza con la muy superior que constituye una nave espacial vagando en la inmensidad del espacio. Este cambio de escenario, por supuesto, supone un cambio en la forma de desarrollar la historia, los trucos ambientales y narrativos…, y las soluciones que le aporta el guionista fueron muy tenidas en cuenta por los responsables del libreto del film de Ridley Scott, a tal punto que más que de influencia cabe casi citar la palabra "plagio". Bien es cierto que la presente es una producción pobre, y que Alien supera a esta en cualidades intrínsecas, pero no es menos cierto la base evidente que supone el presente trabajo, que debiera al menos haberse citado en los créditos fílmicos de la segunda (las influencias de Terror en el espacio, si bien evidentes, son mucho menos abundantes y acusadas).

Al tratarse de una producción de serie B, la falta de medios ha de suplirse por imaginación y sugerencia. Otras películas de la época fallaban al cubrir esas limitaciones con una interminable verborrea -con diálogos no precisamente propios de un Mankiewicz- y unas escasas escenas de acción. En este caso no sucede así: el film es conciso, breve y directo; no hay tiempo para el aburrimiento. Edward L. Cahn, director con pésima fama, desarrolla la narración por medio de la creación de atmósferas, enseñando poco al monstruo -con todo, de superior factura a lo habitual en la época-, ocultándolo mediante contraluces, gases e iluminación tenue. Ello consigue que el film sea un vibrante y divertido ejercicio de estilo, con cierto tono terrorífico muy bien conseguido en los acechos continuos de la criatura a los viajeros de la nave. Así, cabe resaltar un magistral momento en el cual uno de los tripulantes va en busca de una víctima por el tubo de aireación de la nave y la encuentra agonizante y con una expresión demacrada, de inmensas ojeras, para verse atacado por el monstruo que acecha en algún lugar de los corredores.

En suma: Alien es una obra maestra de la temática; este precedente, sin alcanzar tan altos logros, es una buena -realmente buena- película de género per se que, además, tiene el mérito de haber servido de origen a uno de los clásicos modernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario